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Siento que él ya no me quiere

Patricia Faur


Antes de sospechar cualquier cosa, es importante hablar con claridad.
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Saber que eres amada genera una sensación de plenitud, de calma y de respaldo. Si bien el amor nunca ofrece una certeza absoluta, hay parejas que construyen una confianza en la que se puede descansar. La duda, en cambio, es un estado de zozobra. Algo se rompió. Es una inquietud que nos revela que aquella idealización del amor entró en una zona de turbulencia. Un dato que no cierra, reuniones de trabajo que duran más de lo habitual, su silencio o su mirada perdida pueden ser la llave que les abre la puerta a los mil demonios de tu cabeza.

La sospecha de no saber si el otro te sigue amando es una sensación demoledora. No tienes pruebas, no hay evidencias y, sin embargo, existen pequeños datos de la realidad que te indican que algo cambió.

“ÉL ESTÁ DISTINTO”

Las mujeres solemos ser mucho más detallistas que los hombres. Es por eso que podemos detectar con facilidad algún cambio en la conducta del otro que para los demás pasa desapercibido. Eso da lugar al típico planteo: “¿Te pasa algo conmigo estos días? Estás raro, callado, pensativo”. Y del otro lado, silencio. Ante esta realidad, antes de aventurar mil hipótesis, te propongo que tomes dos precauciones:

No te vuelvas autorreferencial: ¿acaso no puedes pensar que al otro le pasan cosas que no tienen que ver contigo? La autorreferencia es suponer que el mundo del otro gira alrededor del tuyo, pero tal vez tu pareja está mal porque tiene una crisis existencial, un problema de trabajo o alguna preocupación de salud que no te contó. A pesar de la sensación de vulnerabilidad, trata de dar lugar a otras posibilidades que no estén necesariamente vinculadas con el desamor de tu pareja hacia ti.

Hablen con claridad: en las parejas muchas veces se supone en lugar de preguntar. Es verdad, tú trajiste el tema a la mesa y la respuesta no fue clara, sino evasiva. Pero por ahí tu pregunta tampoco fue todo lo directa que amerita la situación. El dato de la realidad es que hay un cambio de conducta. Lo que no sabes es la causa. Puedes dar a conocer tu inquietud, porque quizás el otro está mal y ni siquiera lo advirtió, pero trata de hacerlo sin acusar, sin juzgar, sin suponer nada de antemano. “¿A qué se debe tu distancia de estos días? ¿Quieres contarme?”. De este modo, pones sobre la mesa un dato real - la distancia-, pero no te anticipas a la respuesta.

PONER LÍMITES

Finalmente, tampoco se trata de sentarnos a deshojar la margarita. Es cierto que en una pareja debe haber espacio para la duda, para las crisis, para los silencios. Pero tampoco pueden ser eternos. Aunque el otro viva diciendo que no le pasa nada malo contigo, hay sensaciones con las que no se puede vivir, porque pueden generarte demasiada angustia.

Si tu relación entra en un largo período de ausencias, silencios, falta de demostración de amor, miradas esquivas, alejamiento sexual y frialdad, ya no importa si el otro reconoce o no lo que le pasa. Es importante legitimar lo que te está sucediendo a ti. Cuando estamos en una pareja, no podemos olvidar que hay otra persona que merece saber, al menos, que estamos mal por algo que no pone en duda el amor que sentimos. Pero cuando tu pareja no logra comunicar esto con claridad, algo de la confianza comienza a resquebrajarse.

El amor no da garantías de futuro, pero tiene la certeza del presente. Y el buen amor no duda tanto.

 
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