Tarde o temprano, con o sin la intercesión de la justicia internacional, Bolivia y Chile llegarán a un entendimiento, sobre el tema del Mar, dialogando, sobre todo. Es que los tiempos y hombres cambian, permanentemente. Nada ni nadie es sempiterno en este mundo.
Sin el ánimo de herir el sentimiento del pueblo chileno, sino a manera de ofrecer mayor información sobre aquel ingrato caso, en particular, quisiéramos reiterar que el Siglo XIX fue de zozobra e incertidumbre para Bolivia, infelizmente. Amenazada, agredida e intimidada, por fuerzas expansionistas, ha sobrevivido y sobrevive al enclaustramiento impuesto por el expansionismo. Es una dura realidad que ha recaído sobre su destino.
Otrora, es bueno refrescar la memoria. Las tropas invasoras se movilizaban, por tierra y mar, con la instrucción de ocupar territorios de países vecinos, que implicaba también la apropiación indebida de sus recursos naturales.
“En la madrugada de este día (viernes, 14 de febrero de 1879), sorpresivamente echan anclas en la rada del puerto boliviano de Antofagasta, el acorazado Almirante Cochrane y la corbeta O’Higgins, con fuerzas de desembarco reunidas en Caldera para ocupar militarmente el indefenso puerto de Antofagasta”, anota el patricio Gastón Velasco.
“El puerto de Mejillones y el mineral de Caracoles son ocupados (el domingo, 16 de febrero de 1879) simultáneamente por fuerzas invasoras” (1), acota, además.
He ahí una prueba que refrenda nuestra afirmación. Una prueba que ofrece mayores luces acerca la invasión chilena a territorio boliviano. Con estos detalles de corte periodístico, que no tiene otro objeto que dar a conocer la verdad histórica, no quisiéramos despertar susceptibilidad en el seno del pueblo chileno. Tan sólo pretendemos que se conozca estos pormenores para que en el futuro el diálogo de ambos países sea fluido y fructífero. Ojalá sea lo antes posible, por el bien común.
En este marco, los expansionistas se dieron modos para potenciarse militarmente. Chile, a propósito, tuvo la suerte de que “los súbditos ingleses de la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, cuya personería y defensa asumió el gobierno chileno, hayan colocado un empréstito en Londres para contribuir a los gastos de guerra del ejército chileno” (2). Ello sucedió el martes 8 de abril de 1879. Es decir después del fatídico 14 de febrero de dicha gestión.
“Chile recibe de Inglaterra el buque Angamos”, el día sábado 11 de octubre de 1879. Esta recepción se registró luego del combate de Calama del día domingo 23 de marzo de ese mismo año (3).
Inglaterra, posiblemente con el fin de preservar ciertos intereses, cooperó, decididamente, al reequipamiento de las fuerzas militares chilenas, cuyo accionar, como es bien sabido, marcó el enclaustramiento boliviano, que se mantiene por más de cien años.
En suma: estas son notas de la historia que a nadie deberían molestar, ni al vecino transandino, por cierto.
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