Un fenómeno económico-político, en general, poco observado por analistas nacionales, es el notable “salto” de la economía de Bolivia del mundo occidental al mundo oriental, más propiamente de Estados Unidos y Europa a la República China, hecho que se debería a la escasa información que existe al respecto, como por el hermetismo de las relaciones comerciales entre Bolivia y dicho país asiático.
China registró notable crecimiento económico promedio anual de 10.2% entre los años 2000-2011, nivel que sin embargo bajó al 7% en últimos cinco años, lo cual, no obstante su profundidad, mantuvo casi inalterable el comercio bilateral con Bolivia, así como una serie de relaciones diplomáticas y políticas.
En datos más específicos, China se convirtió en el mayor socio comercial y el mayor proveedor bilateral de financiamiento en Bolivia. Ese indicador se traduce en que el país asiático tiene al presente en Bolivia alrededor de 60 empresas que han creado unos cuatro mil empleos. El monto económico total invertido gira en alrededor de siete mil millones de dólares, según afirmación del embajador asiático Liang Yu.
Entre otros, se indica que las empresas chinas construyen carreteras por más de 1.300 kilómetros y, además, hace inversiones en minería, energía e infraestructura, centrales eléctricas, aeropuertos, un satélite, tecnología y otros.
En cuanto al sector comercial, el asunto no es tan optimista ya que Bolivia más importa que exporta a China, dando origen a un abultado déficit comercial (lo que también ocurre con la mayoría de los países que comercian con Beijing). Al respecto, el comercio bilateral entre China y Bolivia llegó a 785 millones de dólares a junio en 2016, mientras Bolivia importó del mercado chino un equivalente a 10.000 millones de dólares en la última década, hecho que dignifica que China es el mayor proveedor de bienes de Bolivia. Entre tanto las exportaciones de Bolivia a China alcanzaron a 466 millones de dólares en 2015, desequilibrio comercial aún difícil de superar.
Entre tanto, el país asiático es el mayor acreedor internacional desde el 2012, pues la deuda externa internacional de Bolivia de 609 millones de dólares podrá subir con el paquete de 7.500 millones que negocian La Paz y Beijing, para varias obras importantes, entre ellos un segundo satélite, aspectos que han determinado una notable dependencia, no solo económica sino también política, con respecto al imperio asiático chino.
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