La mentira

Mentira es un concepto abstracto que no tiene valor. Solo la mentira concreta puede tener algún significado, teniendo en cuenta que lo abstracto no existe y solo existe lo concreto. Por ejemplo, el árbol abstracto no existe, solo existe el árbol determinado, ya sea de durazno, naranja, etc.

Desde que el gobierno perdió en el referéndum del 21 de febrero de 2016, la palabra mentira empezó a ser utilizada con todo motivo para afirmar o negar un acontecimiento o una acción personal. Pero como el uso de esa palabra no es concreto, pierde todo valor, en la misma forma que ocurre con otros conceptos generales muy usados en el presente, en particular en esferas partidarias con el objeto de imponer consignas políticas o ganar el apoyo electoral de algunos sectores sociales.

En términos jurídicos, la mentira es un delito. Pero es necesario advertir que esa mentira puede ser producto de un error o bien puede ser una falsedad, lo cual permite identificar con más precisión a la persona que lo utiliza. Veamos, en efecto, la diferencia.

El error resulta ser efecto de la percepción deformada de la realidad. Es un producto ilusorio de algunas personas en su diario vivir. Se debe generalmente al carácter limitado de la práctica social, en otras palabras, a la escasa o mínima relación del individuo con la sociedad dentro de la que vive o bien a prejuicios de escasa educación en un ambiente atrasado. No se trataría, pues, de una actitud deliberada sino sería producto de percibir la realidad en forma ilusoria o deformada. Es decir que se trataría de una falsedad no consciente.

Esa clase de error se diferencia de la falsedad o sea la mentira, que consiste en la alteración deliberada y consciente de la verdad, es decir de los hechos reales y no debe ser confundida con el error. La falsedad es una afirmación que carece de sentido, es decir llega al absurdo, como ocurre con ciertas imposiciones de tipo político-partidario que adquieren el carácter de falsedad consciente. Desde el punto de vista de la moral, la falsedad consciente es la más frecuente, carece de belleza, es horripilante, ya que carece de estética.

En general, en todo caso, la mentira abstracta no existe. Decir, por ejemplo, el resultado del referéndum sobre tal cosa es mentira, absolutamente nada significa, no denuncia algo, carece de sentido y es absurdo y, finalmente, se convierte en algo risible. Pero, pasando de lo abstracto a lo concreto, decir, en cambio, “ese un robo con agravantes de nocturnidad, alevosía, venganza”, podría tener sentido, algo de verdad, pues, entre tanto, es todo falso o sea la alteración deliberada de la verdad, carece de realidad.

Igual cosa ocurre con la palabra “cambio”. Como es una palabra nebulosa, abstracta, no se sabe si se trata de cambio de guardia en un cuartel, cambio de velocidad de un vehículo, cambio de camisetas deportivas, etc. Sin embargo, por causa de su persistencia como falsedad, se puede creer en algo, pero finalmente no lleva a alguna parte. La mentira o el cambio abstractos son un engaño, algo etéreo, tanto para quien los utiliza como para quien los escucha… otra mentira.