Sin exploración ni explotación es imposible producción de gas

En la vida del país, hay muchos descuidos que lamentamos los bolivianos y que nos postraron en mayor pobreza y dependencia. Hay cuestiones que deberían ser encaradas con el debido tiempo y se aplican las malas políticas del “dejar hacer y dejar pasar” como si el tiempo y las propias urgencias hiciesen algún milagro para que se remedien lo que habíamos descuidado, abandonado o dado poca o ninguna importancia. Este es, patéticamente, el caso de los descuidos habidos en la comprobación de las reservas de petróleo y gas.

Hay disposiciones claras sobre las previsiones que se debe adoptar con miras a no tener que lamentar las consecuencias: desde el año 2013 hubo insistencia en que el gobierno, anualmente, debería establecer qué cantidad de petróleo y gas tenemos como reservas, procedimiento que mostraría resultados sobre cuya base se hagan estudios de prospección (“Exploración de posibilidades futuras basadas en indicios presentes”) que, luego se proceda a ingresar en campos de la exploración y explotación.

Las últimas pruebas se hicieron el año 2013 y, atenidos a las ventas, en base a altos precios vigentes en el mercado internacional, al Brasil y la Argentina, YPFB “se durmió en sus laureles” y no hizo las licitaciones del caso para establecer qué reservas de gas teníamos. Lo grave de estos descuidos es que siempre supimos que los contenidos de campos como Margarita, San Alberto y otros estaban a punto de terminar; en algún momento, se cifró las esperanzas en que “nuevos campos” darían resultados positivos que permitan compensar la disminución de producción.

Simples razonamientos permiten saber que sin exploración ni explotación es imposible producir petróleo, gas y minerales; pero, la “seguridad” de que tanto Brasil como Argentina conjuntamente el consumo interno contaban con las cantidades necesarias, no se hizo nada o, simplemente, surgieron cábalas sobre cuánto podríamos tener. La verdad mostró su cara en corto tiempo y sólo cuando “las necesidades urgían” se decidió que sea una compañía canadiense la que establezca con qué gas podemos contar y los resultados de esos estudios se darán en el próximo mes de mayo.

¿Qué pasó con YPFB que no informó oportuna y debidamente al gobierno sobre la urgencia de saber sobre las reservas? ¿Por qué ese descuido irresponsable que ha dejado al país privado de datos necesarios y precisos para las conversaciones abiertas con Brasil y Argentina con miras a renovar contratos el año 2019? ¿Cuál es la realidad de muchos campos que producían gas en los últimos diez años y que hoy tienen declinada su producción?

El gobierno, a través de YPFB, hace saber en los últimos meses que el “país es potencialmente rico en hidrocarburos”; o, también, “se cuenta con reservas astronómicas”; igualmente se aseguró que “pronto seremos el mayor centro productor de hidrocarburos de América Latina”; que, “la provisión de gas para el consumo interno está asegurada, como lo está para cumplir con las ventas a Brasil y Argentina”; hay, pues, anuncios excesivamente optimistas y, sobre todo, ajenos a la verdad; de otro modo, ¿tendríamos gas suficiente para uso domiciliario, automotriz, industrial y para cumplir contratos?

Mientras el gobierno no decida explorar y explotar nuevos campos -una vez que establezca cuáles serán ellos- será imposible pensar en nuevos contratos o, por lo menos, en ampliar los existentes porque tanto el Brasil como Argentina ya tomaron sus previsiones para evitar que el energético tan importante les falte; pero, también están dispuestos a exigir que Bolivia cumpla con los contratos o, caso contrario, están decididos a cobrar lo no cumplido con los respectivos intereses y multas que el país no podrá soslayar.

Mientras no cumplamos, por ejemplo, con la Argentina, este país seguirá comprando gas, a precios internacionales, vía Chile y el precio que pague será cargado a Bolivia conjuntamente la multa fijada en los contratos. Por su parte, Brasil, en vísperas de convertirse en potencial productor de petróleo y gas, igualmente no está dispuesto a perdonar nuestros incumplimientos y tratará de que se cumplan los contratos.

El problema, pues, es sumamente delicado y grave, teniendo en cuenta que tampoco hay nuevos inversionistas y menos anuncio alguno de las empresas extranjeras que trabajan en el país intención alguna de invertir más dinero y tecnología para aumentar la producción y, además, realizar trabajos en nuevos campos. Esas compañías están muy bien para explotar lo que ya estaba listo, preparado y garantizado como han sido los campos San Alberto, Margarita y otros; por supuesto, otro tanto ocurrirá con Incahuasi que originalmente anunció “gran producción” para reducirse a la mínima expresión productiva.

Es urgente y necesario que el gobierno agilice las capacidades de YPFB, lo haga “despertar del largo marasmo de descuidos” y tome las previsiones del caso debido a que, si alguien encontrara en estos momentos potenciales existencias de petróleo y gas, no los explotará inmediatamente porque el proceso de extracción y otros demandará muchísimo tiempo, tiempo en que YPFB tendrá que ver qué es lo que hace, cómo prevé las obligaciones y qué hará con la provisión interna que tiende a declinar para el gasto domiciliario. En fin, lo que se debe hacer es mucho y no permite descuidos que, más temprano que tarde, pueden ser muy graves.