Rafael G. Julio Quiroga
Bajo el ribete de “Proceso de Cambio” el Gobierno pretende pasar a la historia haciendo lo que nadie ha hecho. El inicio lo tuvo en la Nacionalización de los Hidrocarburos, haciendo conocer este hecho a los cuatro vientos, pavoneándose de ser los primeros en haberlo realizado; pero, lamentablemente para ellos, no fueron los primeros. El primer Gobierno en Nacionalizar los Hidrocarburos fue el Gobierno de facto y militar de David Toro en 1936, expulsando a la Standard Oíl. La desnacionalización la realizó Hernán Siles promulgando el Código del Petróleo, redactado por un norteamericano Davenport en 1956. Fue otro Gobierno también militar y de facto, encabezado por Alfredo Ovando Candia, que en 1969 nacionalizó el petróleo, para que posteriormente sea capitalizado por Gonzalo Sánchez. Hasta que por vez tercera fue nuevamente nacionalizado el petróleo por el Gobierno del MAS. En consecuencia, no fue el único ni el primero en tomar esta medida con los hidrocarburos, como propala el Gobierno, con una falta de honestidad con la historia.
El otro hecho singularísimo fue la elección de los magistrados mediante el “voto popular”, del que se ostentó el Presidente, repitiendo que nadie lo había hecho y que todos los países del mundo estaban asombrados. Pues, bien, si países mucho más viejos que el nuestro, especialmente los europeos, nunca lo intentaron ni lo piensan intentar, es por alguna razón valedera; y si a la fecha ningún país del globo terráqueo lo practica, obviamente que tiene que llamar la atención, como cuando nace un elefante con tres cabezas.
De la misma manera, este Gobierno del Cambio, como ningún otro, planteó una demanda en La Haya, con el pedido de que Chile entre en conversaciones con Bolivia para tratar el tema de una salida al mar para los bolivianos. Hábilmente en la propaganda gubernamental dan a entender que con la sentencia de esta demanda se ordenará a Chile que nos dé una salida al mar con soberanía; hecho nada cierto. En nuestra historia está que Bolivia suscribió con Chile varios tratados, protocolos y numerosas cartas reversibles. Ruego al Gobierno que dé lectura al Suplemento de EL DIARIO de 23 de marzo de 1998, bajo el título de “Colección de Tratados entre Bolivia y Chile”. Se puede ver en esta colección histórica los constantes diálogos, conversaciones y encuentros con Chile, todos referentes al problema marítimo.
Siguiendo con la obsesión de este Gobierno de “hacer lo que nadie ha hecho”, el Presidente propuso en una reunión de la ONU la “Ciudadanía Universal”, propuesta que va en contra de la soberanía de los pueblos, tan decantada por el propio Presidente del Estado Plurinacional al referirse al Imperio norteamericano. Eriza los pelos la propuesta, pues los narcotraficantes serían ciudadanos norteamericanos, colombianos, mexicanos y bolivianos a la vez y su tráfico se quintuplicaría en el mundo.
Finalmente, con motivo de los alegatos que debe presentar Bolivia sobre nuestra demanda en La Haya, el Estado Plurinacional decidió confeccionar una bandera de 120 kilómetros de extensión, dándole el nombre de “Banderazo”. Define el diccionario español a la bandera como: “Pieza de tela que se asegura por uno de sus lados a un asta y que diferenciada por sus colores o escudo, se emplea como insignia o señal de una nación”. Ahora bien, si esta tela tiene que estar ligada a un asta, la bandera tiene que ser izada, para que este símbolo patrio pueda flamear a los cuatro vientos, ostentando su belleza en los cuatro puntos cardinales.
En el Siglo XIX en las guerras, batallas y combates, las banderas de los combatientes tenían que blandirse en el aire como signo de valentía y triunfo sobre el enemigo; pues una bandera caída al suelo significa la derrota total. Los soldados que llevaban la bandera no combatían, su misión era la de mantener la bandera en los aires, y si en esa misión uno caía muerto o herido, inmediatamente era sustituido por otro. El ejemplo parecido en Bolivia fue precisamente en la Guerra del Pacífico, con la actitud heroica de Genoveva Ríos que rescató nuestra sagrada tricolor en Calama, cuando ésta cayó en manos de los soldados chilenos.
La definición y ejemplos sobre la bandera, nos llevan a la irremediable conclusión de que ésta tiene que flamear en los aires, en lo posible majestuosamente. Ahora bien, el Estado Plurinacional con el síndrome obsesivo de “hacer lo que nadie ha hecho”, está conformando una bandera de 120 Km, destrozando el valor y el uso que tiene este sagrado símbolo; pues jamás podríamos izarla para que ondee en los aires; irremediablemente tiene que exhibirse ésta, extendida en una carretera y/o tendríamos que penderla desde la luna para que se la vea. Este inverosímil hecho, digno del récord Guinness, ha degradado el concepto limpio y sagrado que tiene una bandera, rebajándola a la calidad de alfombra. La suerte de los bolivianos es que la aludida bandera tiene el color azul.
El autor es abogado e historiador.
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