En el reciente Día Internacional de la Mujer, hubiese causado plena satisfacción en el mundo la comprobación del decremento estadístico del delito de violencia de género; empero, no es así, ni en nuestro país ni en el resto del mundo. Debería ser mandatorio que se establezca en los colegios y universidades talleres, sobre todo en el hogar, sobre el esclarecimiento de este delito que presenta un ámbito de acción amplio, que circunscribe específicamente la violencia de género.
Las formas visibles de la violencia de género, además de explícitas, son el asesinato, donde estarían inmersos los feminicidios y los uxoricidios (muerte de la esposa por el cónyuge); la agresión física, que genera temor intenso y eventuales incapacidades motrices, además de la remembranza en la psique de la mujer, la violación en su estricto concepto penal y la violación conyugal, cuando no se manifiesta el consenso explícito para el acto sexual, y el abuso sexual, encapsulado en deformaciones sexuales.
También son formas visibles y explícitas el amenazar, que es la manifestación a la mujer de la intención de hacerle daño o perjudicarla en algo, o amenazar ruina; el gritar a la mujer e insultarla con expresiones o gestos ofensivos.
La violencia de género también se manifiesta de forma invisible y en formas sutiles, lo cual no significa que no se incurra en delito. Así, el humillar es la acción de menoscabar o hacer perder a la mujer dignidad y orgullo; el desvalorizar a la mujer, acción entendida como el resultado de generar la pérdida de valor en la mujer o en su estima personal; despreciar a la mujer, que se entiende como la acción de considerar a la mujer indigna de estimación, asignándole un tratamiento con desdén; ignorar a la mujer, entendido como el acto de no prestarle atención deliberadamente, menos compartir ideas, presupuestos, proyectos, logros o ambiciones.
También ingresa en este último ámbito de violencia de género invisible y sutil el culpabilizar a la mujer, considerándola culpable de un daño o falta y de todo lo que sucede en la relación; el chantaje emocional, que es la constante presión o coacción que se ejerce sobre ella para obtener beneficios, unida a la amenaza de hacer algo que la perjudique.
De igual manera el ilícito se presenta como invisible y sutil cuando se ejercita sobre la mujer el humor sexista, rebosante de insinuaciones sexistas; el controlar a la mujer de una forma que limita su independencia y accionar como ser libre, eliminado así la confianza, que es un valor insustituible en una relación; la publicidad sexista manifestada en artes publicitarios en los cuales se explota sin clase, elegancia ni recato la belleza natural de la mujer y se inserta textos sexistas, que es un trasunto de un lenguaje sexista.
Finalmente, el micro machismo como un comportamiento y manera de pensar fundamentados en la presunta superioridad del hombre respecto a la mujer y exaltación de las supuestas cualidades viriles, en este caso disimulado y atenuado.
El autor es abogado, Docente en Educación Superior, Filosofía y Ciencia Política (maestrante), doctor honoris causa, escribió el libro “La Mujer”.
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