Crónica de un maravilloso verano

El cinéfilo Marco Antonio Barrón Márquez realizó un comentario sobre la película “Proyecto Florida” (The Florida Project) donde se refiere a este filme como una historia maravillosa en verano.

“Este comentarista desea, en principio, recordar a la única mujer de la Nouvelle vague, Agnes Varda, de innegable talento, que, a los 88 años se presentó a los Óscar, en la edición de este año, con un documental, extraordinario en nuestra modesta opinión, y no ganó”, sostuvo Barrón. A continuación el comentario:

Es la historia de las vicisitudes de un grupo de niños en época vacacional, en un hotelito barato, muy cerca de Disney World, en Florida.

En “Proyecto Florida”, el hotel, “The Magic Castle” (El Castillo Mágico), es un hospedaje de mala muerte, su gerente (William Dafoe) y propietarios, gente no especializada en turismo, sus huéspedes, el lumpen norteamericano, gente que lucha día con día para llevarse un bocado a la boca, pero eso ¿acaso importa, cuando se es niño? Lo cierto es que una trouppé de infantes de la más variada gama, que habita en ese edificio color rosa pastel, tirando a lila, lejos de la playa y de las corrientes del Golfo, en el calorcillo tropical de Florida, intentan con denuedo y como quien no quiere la cosa, divertirse en grande con los medios que el entorno les brinda.

Baker, para ello, utiliza una cámara respetuosa de la estatura de sus actorcitos (centrándose en Moonee: Brooklinn Prince), que rondan los tres a los nueve años; intimista, privilegia los primeros planos y el calor y la algarabía hace el resto.

“Proyecto Florida”, recuerda abiertamente una de sus fuentes de inspiración: El Cinema Novo, incluso homenajea brevemente a Glauber Rocha, cuando una pareja brasileña de luna de miel, llega, por error, al Magic Castle, se anuncia con ese apellido.

Así, Baker, aunque bordea perpetuamente el melodrama sin precipitarse en él (por lo que, por momentos, la cámara parece distante y un tanto chocante), sortea su primer antecedente brasileño, sin caer en los errores comunes en la cinematografía del gigante suramericano; al punto que, para alivio de muchos y, particularmente, de quien esto escribe, no resbala en el traumático e imprevisto despertar de la infancia, sino que, cortésmente, sólo insinúa con algunas lagrimitas, de parte de los niños, el horror de la realidad que se avecina y de que, como todo y en todo, los veranos maravillosos y extraordinarios también acaban un día, pero no así la película, que en una inteligente secuencia final que acaba a las puertas del Gran Disney World, corporación paranoica de sus derechos, carísima; lugar, en fin, donde habitan los sueños, las niñas celebran sus esponsales con príncipes y los niños, llegados de tierras lejanas en cabalgaduras de brillante jaez, desposan cenicientas, y que estos niños –y el filme- sólo pueden mirar de lejos.

“Proyecto Florida” se presentó en Cannes y postuló a Dafoe a los Oscar, Globos de oro y Bafta, no ganó, tampoco (aunque no es de las mejores de las apariciones de Dafoe), en ninguna de los tres. ¿Hay, acaso, justicia en este mundo?