Políticamente incorrecto
El gobierno de Evo Morales se debate en un mar de contradicciones de tal magnitud que a estas alturas supera cualquier dimensión oceánica conocida.
El jueves, cuando partía a Europa para protagonizar nuevas escenas de esta interminable comedia de incoherencias en que navega, Morales quiso una vez más pasar a la posteridad cual Churchill de los cocales: “Que aquí mande la fuerza de la razón… mande la justicia”, dijo. Va a reclamar justicia y apego al derecho después de haberse reído a sus anchas del 21F y la Constitución.
Pocas horas antes, la COD de Oruro, hoy en manos del MAS, había tomado vandálicamente la sede de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos en ese distrito por el solo motivo de que el organismo sí mantiene sus principios y no se presta a ser otra arma más de la hegemonía masista.
Poco después, el vicepresidente del Estado ofrecía una rueda de prensa en la que quiso aprovechar un video subido a las redes sociales para, una vez más, culpar a la oposición de todos los males plurinacionales. Y grande fue su sorpresa cuando la parte de la prensa independiente que aún queda en el país le hizo ver sus propias y enormes contradicciones sobre la materia tratada: la discriminación.
Allí, García Linera mandó a una periodista a “googlear” el significado de las palabras “ascendente” y “descendente” cuando fue puesto ante la evidencia de que sus estrategias de polarización del país se basan en criterios de discriminación que están vinculados al clasismo y al racismo, y no a la justicia y unidad que reclama Morales cuando se abraza al mar como si fuera su tabla de salvación.
Pero el vicemandatario nada dijo de la expresión “decadente” que endilgó hace pocas semanas a las clases medias tradicionales que siguen sosteniendo al país con su trabajo e impuestos. Como diría el gran filósofo esloveno-argentino Emilio Komar, hay algunos que van por la vida creyendo que, menos ellos, todo el resto de la humanidad es estúpida. “Menos yo, todos estúpidos”, decía irónicamente Komar, verdadero intelectual de fuste fallecido hace pocos años.
Habría que recordar también que el vicepresidente no ahorra peores descalificaciones y expresiones contra quienes no piensan como él o simplemente no están en la vereda del MAS, quizás están cansados de encontrarse día a día con un hacer y actuar del gobierno que dista mucho de las clases de ética que quieren dictar Morales y García Linera.
Así que lo que quiso ser una cátedra de moral contra la oposición discriminadora, terminó siendo un ejercicio de trasquilado por algunos periodistas que el vicepresidente selló, probablemente agobiado por el peso de la constatación pública de sus incongruencias, con una muestra más de pretendida superioridad personal sobre el resto de los mortales: mandar a “googlear”.
Tan elegante como ese caso es la muestra de respeto del vicepresidente al periodista que en la misma clase quiso descalificar por trabajar para Erbol, como si de una organización oscura se tratase. Lo propio había hecho pocos días antes Morales con el mismo periodista al manifestar sospechas de que se trataba de un agente chileno. Llegaba de un viaje a Santiago, donde pidió perdón a los chilenos por sus periódicas salidas de tono contra las autoridades de ese país.
Más elegante fue el silencio vicepresidencial sobre que una de sus correligionarias se divierta escupiendo coca a los opositores.
En definitiva, lo exhibido fue la descalificación del otro por ser distinto, por pensar distinto, por resultar incómodo, por no someterse ni dejarse humillar. Algo cuyo triste sustrato, más allá de sus formas más groseras, no es muy distinto al que mueve a esa mujer oriental que discriminó a otra de occidente y que era el motivo de la clase, en los hechos más de odio que de ética, que quiso dictar el presidente interino.
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