Pensamiento sin dogmas
Rolando Barral Zegarra
El artículo de Gonzalo Chávez: Ir a la escuela es una gran pérdida de tiempo, que hace referencia al Informe del Banco Mundial (2018) publicado en un matutino local el 4 de marzo del presente año, merece una pregunta: ¿si la escuela es una pérdida de tiempo por qué la sociedad y los Estados la siguen financiando?
Al leer el artículo anterior vinieron a mi mente dos títulos de texto: La escuela ha muerto de Everett Reimer y la Educación sin escuelas de Ivan Illich que en la década de los setenta eran partidarios de la teoría de la “desescolarización”. Illich decía de la escuela “esa vieja y gorda vaca sagrada”. Sin embargo, hasta ahora la escuela no ha muerto ni la sociedad se desescolarizó en las naciones modernas.
La crítica a la escuela y al sistema educativo es generalizada en el mundo entero. Revolucionarios y reaccionarios la han estudiado y cuestionado. Por ejemplo se la ha tipificado como “aparato ideológico del Estado”, por otra parte, se la ha caracterizado como reproductora de las relaciones sociales dominantes y del capital. En otras palabras, sería una institución que no satisface a cabalidad las necesidades de la sociedad ni de las personas.
En ningún país del mundo moderno la escuela ha desaparecido como institución. Y lo que están haciendo los Estados y las sociedades es mejorarlas y/o transformarlas. La escuela como institución tiene funciones, entre otras, como la socialización, la cohesión social, la transmisión de cultura, formar ciudadanía, desarrollar en los estudiantes competencias básicas, etc. Las exigencias, entre otras, que hace la sociedad a la escuela son: innovación, cambio, formar personas creativas, críticas, autónomas, con actitudes científicas y con valores humanos. Además que la escuela debe vincularse con el aparato productivo. Por todo lo anterior, es necesario observar las diversas facetas que tienen la escuela y la educación. Porque al final de cuentas, de qué tipo de escuela estamos hablando ¿de la escuela tradicional, la activa, la desarrollista o la popular?
De todas formas, una reflexión es necesaria con G. Bachelard: “En suma la escuela está hecha para la sociedad. Pero cuánto más claro sería todo, cuánto más dulce al corazón del hombre, si invirtiéramos la proposición y estuviéramos en condiciones de manifestar: la sociedad está hecha para la escuela”. Es decir, una escuela viva en la vida misma.
A propósito del documento del Banco Mundial (2018), Informe sobre el desarrollo mundial: Aprender para hacer realidad la promesa de la educación, el mismo expresa el diagnóstico sobre el aprendizaje a nivel global, y es muy útil para analizar la crisis de la escuela y preguntarnos ¿hacia dónde va la educación en nuestro país y en el mundo?
El Informe del BM hace referencia a las deficiencias en el aprendizaje en las escuelas y los problemas que se presentan en el logro de habilidades básicas de la lectura, escritura y aritmética, es decir, comprensión lectora, razonamiento lógico matemático, etc. El panorama no es alentador. Y no es necesario reiterar los datos que presenta, sino destacar algunos núcleos problemáticos. En relación con el aprendizaje y el empleo, señala que las deficiencias en el aprendizaje en la escuela se manifiestan más tarde como brechas de habilidades en la fuerza laboral. Por otra parte, las crisis del aprendizaje aumentan la desigualdad de las personas que ya se encuentran en desventaja en la sociedad debido a su pobreza, su ubicación geográfica, su etnia, género o discapacidad, y son las que menos aprenden. Los sistemas educativos pueden ampliar las brechas sociales en lugar de reducirlas; señala el informe.
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