Una información esperanzadora la dio, hace poco, el Defensor del Pueblo al sostener que en los próximos días serán evacuados de las cárceles de Santa Cruz, La Paz y Cochabamba 132 niños hacia “hogares sustitutos y albergues”. El drama de niños en las cárceles data de hace muchas décadas y no obstante declaraciones que han hecho muchas autoridades de diversos gobiernos, en sentido de “remediar el problema en el menor tiempo”, casi nada se hizo. Esta vez, aunque la información es muy parcial, se esperaría que se cumpla lo anunciado.
Niños en las cárceles es la prueba más patética del estado en que se encuentran las cárceles y, sobre todo, de la extrema pobreza del país, que no cuenta con los recursos para remediar el grave problema. Este drama es permanente y niños nacidos en las cárceles prácticamente son criados por sus padres, en medio de toda clase de peligros, porque en su mayoría los recintos carcelarios albergan reclusos que han cometido diversos delitos y proliferan aquellos que sufren años de presidio (sin que juez alguno los haya sentenciado) por tráfico y hasta consumo de drogas, asesinatos, violaciones, asaltos y otros ilícitos.
Las condiciones de los recintos carcelarios son de lo más deprimentes y los ocupantes de ellos no cuentan con alguna comodidad y menos condiciones de higiene para la crianza de sus hijos; los medios educativos son precarios y la alimentación no es aconsejable, aparte de ser mala y hasta portadora de males estomacales que los pocos servidores médicos con que cuenta el penal apenas pueden remediar. El Defensor señaló: “De los 550 niños de las cárceles mencionadas, por lo menos 132 serán evacuados. Que del total (550 menores) se verificará si los niños que se encuentran en las cárceles están enmarcados en la Ley (de 1 a 6 años), de ser así no deben ser separados de los vínculos familiares y los que rebasan de la edad límite serán evacuados en las próximas horas”.
“Todo lo que es penitenciario –remarcó- es un tema postergado, olvidado, negado por el Estado y hasta rechazado por la sociedad. Tal es el extremo, que en el Centro Penitenciario de Riberalta, en un espacio de siete metros por doce, se encuentran 12 mujeres con sus hijos, lugar donde deben trabajar, caminar, lavar; es un espacio que puede generar demencia, una condena a muerte”.
El caso es, pues, patético y preocupante; pero -hay que decirlo - ni éste ni anteriores gobiernos se han preocupado por remediarlo y los niños siguen viviendo amenazados por muchos peligros, mal alimentados, bajo cobijas miserables, sin médicos que los atiendan y menos con la educación debida; ni qué decir de carencia de una vida que les permita jugar y desarrollarse en condiciones mínimamente humanas.
El gobierno, tenga o no dinero, logra mucho hasta para construcciones que benefician a pocos y son gastos irracionales cuando el problema carcelario es dramático.
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