Plantean cambio de mentalidad
• Expertos afirman que demostrar valentía al confrontarse ante delicuentes incrementa los riesgos de sufrir daños físicos, incluso la pérdida de la vida
Hace diez años que Ricardo (32 años de edad) sufrió un brutal asalto en una céntrica calle de la ciudad de La Paz. Un sábado por la madrugada seis delincuentes le rodearon y obligaron a entregar la mochila que llevaba y su celular. “Quizás no hubiera resultado tan herido si sólo me quedaba quieto, pero en cierto momento ese ego de hombría que tenemos me llevó a intentar oponerme y golpearlos. No pensé en las consecuencias, sólo en no ceder”.
Al primer golpe que él intentó dar al que parecía el jefe de esa pandilla, se abalanzaron los demás, lo redujeron hasta dejarlo tendido en el suelo, y no gritó para pedir auxilio. Reaccionó cuando sintió el frío de la sangre por la rotura del tabique. Y se fue en búsqueda de atención médica. Ricardo no hizo ninguna denuncia. “Es vergüenza lo que sentimos al estar vulnerables y hacer una denuncia. Hasta sentimos que los demás podrían burlarse y sólo nos quedamos con la resignación de haber perdido objetos materiales”.
Masculinidad
Este es uno más de miles de casos, según expertos, que demuestra que la masculinidad y los roles impuestos al varón son factores de alto riesgo para que se genere la inseguridad ciudadana, más allá de las políticas y recursos que son de responsabilidad de los aparatos estatales. Siendo que el papel y los comportamientos sociales adscritos al sujeto masculino lo obligan a demostrar permanentemente su virilidad en su entorno.
“Hay sin duda una masculinidad hegemónica en nuestra sociedad, una actitud machista exacerbadaÂ… Esto viene de un sistema desde hace siglos y que estamos intentando cambiar. Esta masculinidad lleva a los hombres a afianzar esa idea de que ‘yo soy el varón, yo soy el macho. Nada me va a pasar’. Lo que conlleva a que sean más proclives a sufrir asaltos y agresiones en las calles. Y por este sentimiento de machos nunca llegan a hacer denuncia alguna”, establece Teresa Subieta, delegada Defensorial del Departamento de La Paz.
Inseguridad
ciudadana
Recientemente el Gobierno Central informó que Bolivia ocupa el tercer lugar en materia de seguridad ciudadana en Sudamérica, por detrás de Chile y Ecuador. Esto por una clara reducción de los índices de criminalidad.
Sin embargo, aún persisten problemas que generan sensación de inseguridad, como los delitos de bagatela: robos de celulares o billeteras en las calles y con violencia. Datos del Viceministerio de Seguridad Ciudadana establecen que entre enero y noviembre de 2017 la Policía detectó un total de 682 casos, entre delitos, faltas y contravenciones, hechos de tránsito, entre otros.
Las cifras muchas veces no plasman la realidad de hechos de robos y asaltos en las calles, y esto está muy ligado a esta masculinidad y roles del varón. Estas denuncias no registradas ante las instituciones estatales son conocidas como “cifras negras”.
“Es muy importante mencionar que culturalmente el hombre, después de haber sufrido un robo con violencia, reflexiona un tiempo, no hace una denuncia y con seguridad vuelve a reincidir en los mismos riesgos. Por eso hay personas que son asaltadas dos o tres veces y siguen teniendo el mismo comportamiento de vida. Sin embargo, la mujer, cuando es damnificada con violencia en un robo agravado, es una marca fuerte que genera otro tipo de comportamiento y actitud, como la denuncia”, explica Marco Ayala, Director del Observatorio de Seguridad Ciudadana.
Demostración
de hombría
En esta misma lógica, la antropóloga argentina, Rita Segato, establece que al hablar de violencia, la primera víctima es el propio hombre, pero no lo sabe ni lo acepta, porque no concibe verse o colocarse como víctima, ya que sería su muerte en cuantos a hombría.
“Me golpearon, me asaltaron y me dejaron casi inconsciente, pero no hice la denuncia. Y me pongo a pensar que quizás fue porque no quería que mis propios amigos o conocidos me vean como alguien cobarde”, relata Jorge (38), quien sufrió un asalto hace cinco años.
Es decir, que conquistar la masculinidad, implica ser reconocido como hombre por los miembros del colectivo y en contra de lo femenino, a través de marcas simbólicas de género que determinan un conjunto de actitudes, valores y conductas consideradas aptas para los varones.
El ex Defensor del Pueblo y actual rector de la UMSA, Waldo Albarracín, también ratifica que el hombre es quien más está expuesto a ser víctima de delitos de orden ciudadano, siendo que en esta convivencia de lógica patriarcal “el varón es el que más sale, el que menos está en el hogar y aunque la mujer sea profesional aún no se ha liberado de la responsabilidad, por ejemplo, del cuidado de los hijos, de la casa o de tener siempre lista la comida”.
Consumo de
alcohol
Según la autoridad, los escenarios y causas ya “culturales” para que se gesten estos factores de riesgo en el varón van ligados a esta cotidianidad y obligatoriedad de reunirse con amigos casi todos los fines de semana y de no hacerlo “este sujeto es visto como un tipo sometido a su mujer, cobarde, etc. Y éste para demostrar que es libre, cede”.
Y en este entorno de salidas y convivencias, se genera el consumo descontrolado de alcohol, grescas entre los mismos integrantes del grupo de amigos u otros grupos, salidas a altas horas de la madrugada de lugares inseguros y posteriormente el robo o asalto con ejercicio de violencia.
“El mayor factor de riesgo para que se generen estos casos sin duda es entre esos varones jóvenes que sienten que son los dueños del mundo y que no les puede pasar nada, que puede ir a cualquier lugar y que incluso afirman y demuestran su hombría cuanto ‘mejor bebedor eres’. Esto sin duda tiene que ver con esta lógica patriarcal y machista”, indicó por su parte el sociólogo Raúl España.
Prevención a partir del
cambio de mentalidad
Los expertos aseguran que un cambio de mentalidad y de los roles adscritos en esa masculinidad hegemónica, que exige y manda cómo se debe pensar y actuar como hombre, sería fundamental para disminuir los índices de víctimas de inseguridad ciudadana.
“Es necesario en principio interpelar este tema de la masculinidad para una toma de conciencia estructural y evitar ser víctima de inseguridad, pero también hay que dar el primer paso, si esto ocurre, y es hacer la denuncia. Porque de otra manera esta violencia y este círculo de inseguridad se mantiene. Tomar la decisión de salir de este entorno social machista y misógino daría cambios importantes, no es fácil para los hombres interpelar su propia masculinidad, pero tampoco es imposible”, manifiesta Marcelo Ríos, profesional y encargado de talleres en la Defensoría del Pueblo de La Paz.
Responsabilidad
de todos
En esta dinámica de la masculinidad y la exposición a la inseguridad, está el consumo desmesurado de alcohol. Según datos del Observatorio de Seguridad Ciudadana, cinco de cada 10 personas entre 12 y 65 años consumen alcohol, de las cuales dos tienen consumo adictivo.
“Por ello, hay que cambiar los comportamientos y evitar exponerse, porque la calidad y la forma de los delitos también están cambiando. Así que mujeres y hombres deben protegerse más”, destaca Dorian Ulloa, secretario Municipal de Seguridad Ciudadana de El Alto.
La seguridad ciudadana es responsabilidad de todos. “El Estado tiene prioridades y responsabilidades en este tema, pero son corresponsables la familia, el municipio, la Gobernación y uno mismo. Así que la prevención es el paso fundamental y esto tiene que ver con los valores inculcados en el hogar”, explica el viceministro de Seguridad Ciudadana, Wilfredo Chávez. (Erbol)
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