Los recientes acontecimientos en la prisión de Palmasola, primero con una fuga frustrada, luego la toma de la prisión por más de 2.000 policías en horas de la madrugada para agarrarlos desprevenidos, nos ilustraron acerca de que nuestros penales son pequeñas ciudadelas organizadas bajo el control de mafias que imponen sus propias reglas. Las fotos que fueron mostradas en los medios impresos del país revelaron unas multitudes increíbles.
De acuerdo con datos que ha presentado la Defensoría del Pueblo, habría más de 18.000 reclusos en las 56 cárceles y carceletas del país, de los cuales un 70% es de presos con reclusión preventiva. Pero este conjunto de establecimientos tendría capacidad para albergar a tan solo 5.600 reos, esto es que hay una sobrecarga de 220%.
Esa sobrecarga se traduce en un hacinamiento realmente espantoso, confronta además una situación en la que los que controlan al interior de las prisiones, la organización, son mafias de reos, los cuales administran estos recintos como si fueran de su propiedad, con acciones como “ventas” y alquileres de espacios, los cuales son cotizados conforme a la calidad de donde están disponibles; como en una ciudad, el tipo de vecindario es el que determina las cotizaciones. Realmente es una situación insólita, si uno compara con modelos de cárceles que se ve en las series de TV, donde son otro tipo de restricciones, de acuerdo con el tipo de sentencias de los reos.
Los últimos eventos en Santa Cruz y en alguna otra ocasión en el penal de San Pedro, mostraron que en el interior de las prisiones existen armas, teléfonos celulares en abundancia, los cuales incluso son utilizados para controlar actos ilegales contra víctimas de diferente tipo. Abundan las bebidas alcohólicas y drogas. Además que todos esos elementos son parte del “negocio” entre los que tienen la custodia oficial de las prisiones, los cuales hacen cobros para permitir el ingreso de tales productos.
A lo anterior hay que añadir la tragedia que representa el que por “razones humanitarias” se permita que niños de pequeña edad convivan con sus padres, lo cual conlleva los riesgos que se ha detectado recientemente: niños que son violados o prostituidos, como ha sido el caso reciente de la madre que usaba a su propia hija de 8 años para generar pornografía con ella. El caso acabó con la muerte de ambos personajes.
PERO, siempre hay un gran pero en todas estas situaciones, una gran parte de la sobrepoblación presidiaria se origina en un sistema judicial perverso, que envía a la cárcel como medida preventiva. Pero en una buena parte de los casos esa medida preventiva se prolonga por diversas razones, entre otras, por falta de recursos para la defensa de las víctimas.
Según datos de diciembre de 2016 de la Dirección General de Régimen Penitenciario, se tenía 15.831 reclusos (mujeres y hombres), de los cuales el 68% no tiene sentencia, quienes están en condición de detención preventiva.
Este tremendo problema requiere soluciones de fondo, por razones de justicia, todos los ciudadanos merecemos respeto y además tenemos derechos establecidos por ley.
Un trabajo reciente de la periodista Milen Saavedra, siguiendo iniciativas de entidades especializadas recoge 10 ideas para cambiar el sistema penitenciario. Un resumen de este valioso aporte: 1) Reforma judicial, para reducir el hacinamiento. 2) Citando al director de régimen penitenciario, sugiere encarar la trilogía: reforma policial, reforma de la justicia y reforma penitenciaria. 3) División física y espacial entre los detenidos preventivos y los que tienen sentencia. 4) Nueva infraestructura que tenga las condiciones de un centro penitenciario. 5) Recogiendo una iniciativa de la Pastoral Penitenciaria, salidas alternativas a la prisión para permitir la reinserción de la persona al medio social. 6) Trabajar en las etapas de rehabilitación para la reinserción social. 7) Trabajar en fórmulas que reduzcan los tiempos de reclusión para facilitar el reencuentro de las madres con sus pequeños. 8) Traspasar la administración de lo penales al Ministerio de Justicia. 9) Adoptar nuevas tecnologías en los penales y en el control de los reos, tales como cámaras de seguridad, bloqueadores de celulares y otros. 10) Atención especial a reos con problemas de acción.
Esperemos que esas valiosas iniciativas se concreten en una política nacional que se ponga en práctica a corto plazo.
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