Políticos antagónicos en franca unidad

Un estrecho apretón de manos entre dos políticos antagonistas en una charla distendida con risas, como si nunca se hubiesen dicho el uno al otro “servil castrista” o “agente golpista de Trump”, selfies con grandes sonrisas y hasta sentidas lágrimas cargadas de emoción fueron la otra cara de la última etapa de los alegatos orales, ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en la ciudad de La Haya, Holanda, en la demanda marítima de Bolivia.

Uno de esos momentos fue cuando, el domingo 18 de marzo, el expresidente Jorge Tuto Quiroga con ánimo fraternal estrechó la mano del presidente Evo Morales, su tenaz contendor político, en ocasión de compartir un almuerzo preparado para el grupo de bolivianos que esperaban con mucha expectativa el lunes que se daría inicio a la primera ronda de audiencias orales en la CIJ.

La imágenes no permitían distinguir si eran adversarios políticos o acólitos, solo veíamos bolivianos con expresiones de esperanza y ansias de escuchar lo que había compartido y preparado el equipo jurídico internacional, que bebió de la historia de Bolivia y sus expectativas en este histórico encuentro.

Se entiende que fueron momentos de fraternización, porque nos encontramos hasta selfies, de dos expresidentes: Carlos Mesa y Jorge Quiroga, en el que posan para la posteridad delante de un vitral con un barco, como vaticinando un buen presagio para Bolivia.

Otros objetivos

Pero así como tuvimos autoridades que se despojaron de su ser político, tuvimos también políticos que refrendaron y se valieron de la ocasión para amplificar sus objetivos.

El gobernador del departamento de Santa Cruz, Rubén Costas, no desaprovechó el desarraigo y acudió a contactarse con políticos europeos para exponer sobre el 21F, se dio tiempo para ambos eventos, los alegatos en La Haya y las reuniones de carácter político.

Costas acudió con sus partidarios Óscar Ortiz, senador y secretario, José María Leyes, alcalde de la ciudad de Cochabamba, y el primer vicepresidente del Movimiento Demócrata Social (MDS), quienes ofrecieron una videoconferencia, desde Holanda alentando al equipo jurídico; fue llamativo verlos con su “pin” (broche de solapa) de fondo blanco con la tricolor y el signo del 21F, como un emblema silencioso que expresaba el ser político de los tres militantes.

Quizá, la anécdota que apeló a nuestra bromista imaginación, fue verlo al alcalde cochabambino José María Leyes en las fotos oficiales de la Comitiva boliviana en La Haya, equipo en el que no está consignado.

Ver tales imágenes planteaban preguntarse ¿cómo hizo?, seguro se sabrá después, pero esta autoridad logró acreditar su ingreso al Palacio de La Paz y pudo acceder a los salones donde se desarrollaba la audiencia de los alegatos. Luego la pregunta fue: ¿Será que el senador Ortiz esperaba que termine las sesiones fuera de las instalaciones de la CIJ?, ¿estaba apoyando el evento o fue a sus reuniones? Algún día nos enteraremos.

Emoción hasta

el llanto

Pero, entre estas particularidades de los políticos, se develaba un cuadro humano protagonizado por uno de los miembros del equipo jurídico, Antonio Remiro Brotóns, quien lideró la estrategia de defensa boliviana, abogado español que trabajó para El Salvador, España, Nicaragua y Argentina en procesos contenciosos ante la Corte Internacional de Justicia.

El jurista, con ponchito tarabuqueño, obsequio del gobernador de Chuquisaca, Esteban Urquizu, que hacia resaltar su tez blanca, al ser entrevistado por la prensa nacional sobre su posición con la causa, en un instante se combinaron de rojo ambos (su blanca tez y poncho rojo) al expresar que la causa de Bolivia la hizo suya.

“El boliviano en principio es una persona muy afectiva pero al mismo tiempo muy desconfiada, sobre todo con los como yo, sobre todo con los europeos” –describe la forma de pensar de los bolivianos hacia los europeos– “estos vienen aquí como mercenarios entonces cuando advierte que tú no eres precisamente un mercenario…”, articuló Remiro.

Cuando está concluyendo sus palabras dice “…y que te implicas en su causa te abre su corazón, de tal manera que realmente a mí… –se quiebra y luego y continúa– … me emociona a veces. Soy muy duro habitualmente, sí, pero que conste que el lunes no voy a llorar, es que soy emotivo y una causa como ésta que es tan vivida por la gente, pues uno se siente más atrapada por ella, entonces no quiere fallar”, expresó.

Estas vivencias reflejadas por la prensa boliviana fueron momentos que humanizó uno de los hechos histórico más importantes para Bolivia, que seguramente nuestros descendientes lo contaran con sus familias y amigos; ojalá sea en playas bolivianas, el recuerdo de las generaciones que en su irrenunciable demanda también lograron instantes de sensibilidad hasta el llanto.

Otros momentos vividos “fuera” de los estrados judiciales de La Haya fueron propios de los periodistas, en este caso de ambas naciones, chilenos y bolivianos, por la rigurosidad de la seguridad en las instalaciones del “Palacio de la Paz” fue y es muy severo.

La prensa fue instalada en la parte izquierda del Palacio, como único punto de ingreso, para acceder hasta el legar se debe presentar un pasaporte, el mismo sirve para intercambiar por un pase que permite el ingreso a uno de los salones y una vez instalados desde ahí es el único vínculo con el mundo –cuenta Juan F. Cori– enviado especial a La Haya.

“El comunicador y todo su equipaje deben pasar por el control del escáner, y si no hay ningún inconveniente es autorizado para ingresar. El lunes (19) antes de que el presidente de la CIJ instale la sesión dio 10 minutos por país para que realicen los registros fotográficos”, describió el comunicador.

Los protocolos para hacer una cobertura periodística, al parecer, fueron una breve escuela para nuestros colegas. Según la descripción hecha por el Cori, ahí se combina el orden con el derecho, sobre todo en un lugar donde se busca justicia.