Las peregrinaciones argentinas a Copacabana

El primer punto del actual territorio argentino por donde ingresó la expedición de Almagro en su paso hacia Chile (1535), fue Omaguaca (Sic.), estableciéndose en el lugar una ermita, donde más adelante se levantaría en honor a la Virgen de Copacabana el templo más antiguo de la República Argentina (“La primitiva iglesia de Humahuaca y sus cofradías coloniales” de Alfredo Márquez Miranda. Buenos Aires, 1933), en cuyo altar se entronizó la obra de Francisco Tito Yupanqui, según registra fray Nicolás de Ulloa en el “Libro nuevo de la Cofradía de la Virgen Ntra. Sra. Madre de Dios de Copacabana”, impreso el año 1612, es decir casi una década antes de que Ramos Gavilán aportara la versión del Titikaca que hoy prevalece.

Lo curioso del caso es que la devoción no se inicia bajo influencia del distante lago Titikaca, sino en una hacienda aledaña a Tarija, denominada “La Candelaria” (la Angostura), donde en época temprana se había avecindado don Pedro Ortiz de Zárate, uno de los fundadores de Jujuy. El primer vínculo tarijeño con Tumbaya se devela al advertir el primitivo nombre compuesto de la ciudad conocida por “San Bernardo (de Tumbaya)”; además que junto a la primera imagen que se encargara al escultor inca con destino a la Copacabana de la laguna de Taxara, que por extraño designio se perdió en un incendio -como sucedió en otras latitudes con la tallas de Pucarani y Cocharcas (ésta última restaurada en Perú con otro rostro), que en su momento compitieran en fama con la del Titikaca-, se hallaba la “hermana gemela” destinada a Tumbaya, pero a su paso por Humahuaca se quebró, quedándose en el lugar al restaurarla tiempo después.

El hermano de don Pedro, Juan Ortiz de Zarate, además de heredar los viñedos de la Angostura con más de 4.000 cabezas de ganado vacuno y medio millar de caballos, que más tarde cimentaron la riqueza agropecuaria de Argentina; al contraer nupcias con la nieta de Túpac Yupanqui e hija de Guaynacápac, la “Coya” (reina Inca) Leonor Yupanqui, por convertirse en el mayor potentado minero de Potosí declaró a la Virgen de Copacabana como Patrona del Cerro Rico, mandando a labrar en láminas de plata copias de la pintura que efectuara Yupanqui sobre la aparición de la Virgen de Copacabana en la Villa Imperial, que en la pintura colonial daría inicio al famoso ciclo de la Virgen Cerro.

Por su incalculable fortuna, la corona española lo nombraría “Adelantado del Río de la Plata”, con el encargo especial de crear un puerto sobre el Atlántico para el tránsito del precioso mineral hasta Sevilla, que su prematura muerte por fiebre amarilla en su tránsito por Paraguay se lo impidió, pero habiendo dejado en la Angostura el encargo a su albacea Juan de Garay, que pocos años después conseguiría cumplir con la fundación de Buenos Aires.

Las multitudinarias peregrinaciones de Punta Corral, que en honor de la Virgen de Copacabana se realizan en la actualidad en el Norte argentino, le valieron a la Quebrada de Humahuaca ser declarada el 2003 Patrimonio de la Humanidad, acompañando ese año la peregrinación 64 bandas con más de 2.500 sikus y tambores, y pese a que hoy las procesiones se dividen en las que bajan a Tumbaya el domingo de Ramos y a Tilkara el miércoles Santo, bajando el día sábado la Copacabana de Cuchillaco a Humahuaca; año tras año se incrementa la afluencia de pueblos que desde San Salvador bajan, formando un Rosario de pueblos con Yala, Volcán, Purmamarca, Maimara, Humahuaca, Abrapampa, la Quiaca y Yavi, ya en plena frontera con Bolivia.

En la ciudad del Guadalquivir se encuentra de visita el prestigioso empresario argentino Fernando Dupont, para inaugurar en la Casa Dorada de Tarija una interesante exposición de pintura sobre las peregrinaciones de Punta Corral, que propone que a partir del próximo año las mentadas peregrinaciones que durante Semana Santa se realizan todos los años en el norte argentino, puedan concluir en tierras tarijeñas con la celebración de la Pascua florida el domingo de Resurrección...