Las llagas de Cristo, la corona con que le crucificaron o los peces que milagrosamente multiplicó se comen en la Semana Santa boliviana, convertidos en una variedad de panes, pastelillos y bizcochos típicos de la Pascua.
Una tradición de venta ambulante trasladada hoy en día a los mercadillos callejeros de La Paz, como la “Feria de la Dulce Empanada”, pervive para convertir en gastronomía popular la Pasión de Jesús.
El atrio del templo de La Merced, en el corazón de La Paz, congrega a cerca de una veintena de expositores que venden panes y pastelillos durante Semana Santa.
“Antes vendíamos como ambulantes. Desde mis abuelos nace una idea de asociarnos los panificadores de La Paz y reunirnos en una feria donde podamos ofrecer todo lo que producimos a la clientela”, relató a Efe Mabel Suárez.
Ella es la máxima representante de la Asociación de Panificadores y Ramas Afines, cuyos asociados ya llevan quince años “saliendo en esta plaza con la Feria de la Dulce Empanada”.
De vender cada quien por su cuenta en las puertas de las iglesias estos panaderos se agruparon y ahora exponen sus productos ante La Merced, punto de partida de la procesión del Santo Sepulcro del Viernes Santo, una de las más vistosas de la Pascua en La Paz.
El mercadillo, que abrió el pasado martes y permanecerá instalado hasta este domingo, lleva el nombre de la dulce empanada o “llaga de Cristo”, una de las “masitas”, como se llama en Bolivia a los pastelillos dulces y salados, más emblemáticas de Semana Santa.
Esta especie de galleta redonda está hecha de harina de trigo y maíz conocida como maicillo, que en este caso lleva en el centro un poco de mermelada de durazno y “simboliza las llagas de Cristo”, señaló Suárez.
Otra variedad es el pan de Pascua, de forma redonda, que se hace sin levadura y emula al servido en la Última Cena.
También está el canelón, una especie de rosca “que representa la corona de Cristo” y está hecho de canela, pasas y nueces, detalló a Efe la panificadora Sonia Chuquimia.
La oferta incluye un pan en forma de pez, con dos surcos a los costados y un par de ojos, hecho con canela y clavo de olor, que tiene un gusto salado, añadió Chuquimia.
Ese pan lleva el nombre del suche, una especie de pez endémica del lago Titicaca, compartido por Bolivia y Perú.
También están las blanqueadas o empanadas de dulce de lacayote, una fruta de los Andes, otra tradición de Semana Santa.
En la feria se puede hallar, además, una variedad de pastelillos y bizcochos que no guardan relación con la celebración religiosa, pero el gusto de los clientes manda.
Los expositores suelen intercambiar productos para que los quioscos estén bien surtidos, “porque cada uno tiene su oficio” y resultaría complicado hacer todas las variedades, señaló Chuquimia.
Este mercadillo se realiza con apoyo de la Subalcaldía Centro de La Paz y de la parroquia de La Merced, que permite a los vendedores asentarse en las puertas del templo, aunque el Viernes Santo se instalan sobre la calle aledaña para dar paso a la procesión.
Además de estas delicias, entre viernes y domingo la cocina boliviana está nutrida de pescados, mariscos y platillos preparados en base a vegetales, legumbres, hortalizas e incluso una alga conocida como “cochayuyo”, todo menos carne. (EFE)
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