Competencia desleal en el autotransporte urbano

Con motivo de la puesta en marcha del servicio de los PumaKataris en nuestra ciudad, entró en debate el término “desleal competencia”, esgrimido por los transportistas. Aquí expondremos nuestro punto de vista, que de seguro será el de cientos de miles de usuarios cotidianos de todas las modalidades de servicios. Y lo haremos de forma un tanto didáctica, para mejor comprensión

VALORACIÓN HISTÓRICA

Sin olvidar aquellos años románticos de las primeras décadas del Siglo XX, de los primeros motorizados en nuestras desiertas calles y de la imponente presencia del tranvía, en los que la limpieza y buenos modales era la norma; es justo reconocer a miembros del transporte sindicalizado de taxis 1ro. de mayo, de colectivos como San Cristóbal, Litoral y Eduardo Abaroa, que desempeñaban su labor de forma profesional, es decir que su dedicación a este servicio era exclusivo y permanente, respetando las normas ciudadanas y sus propias normas gremiales.

ESTRUCTURA SOCIOECONÓMICA DEL GREMIO

Hoy, aparte de los antiguos miembros herederos de la profesión del volante, que son ya muy pocos, tenemos una maraña de perfiles profesionales y de actividades paralelas que han creado intereses económicos en el área del transporte público. ¿Acaso no conocemos que médicos, abogados, ingenieros, economistas, militares, policías, profesores, carpinteros, panaderos, etc., pero principalmente campesinos, ingresan a este rubro sin principio de servicio profesional, anteponiendo sus intereses particulares o de origen a los estatutos del gremio del transporte?

Pero no solo eso, observamos desde afuera que la estructura del transporte urbano tiene además una escala de miembros o socios. Los socios activos son propietarios de taxis, minibuses, micros, buses, etc. que trabajan o conducen sus vehículos. Los socios pasivos son dueños de motorizados, pero que no trabajan personalmente, delegando a un tercero la conducción. En muchos casos, activos y pasivos poseen dos, tres o más vehículos.

Luego se encuentran los asalariados, que son los proletarios del transporte, obligados por las circunstancias a suplir a los activos y pasivos y son los que están en primera línea en los conflictos de paros, manifestaciones y bloqueos. Además los de este numeroso grupo no tienen protección social de carácter laboral, constituyéndose en verdaderos explotados, cuyo único interés es llevar un pan a la casa, como sea.

¿Quiénes originan la competencia desleal en el autotransporte?

El parque automotor ha saturado la capacidad de las dos urbes paceñas y para ello vasta con una mirada panorámica por calles, avenidas, plazas, carreteras, etc. y vemos que entre el 80% o 90% del total de motorizados corresponden a minibuses, taxis y otros de servicio público, cuyos interiores solo están cubiertos totalmente en las horas pico y el resto del tiempo están casi llenos o casi vacíos.

Ahora corresponde identificar a los responsables de tal deslealtad hacia los verdaderos profesionales del volante. Todos conocemos que para ingresar a una línea, grupo, sindicato, etc. del autotransporte urbano o provincial y de acuerdo con la característica de zona, sector, barrio, etc., según su importancia, tienen tarifas de ingreso que varían de 200, 300 o más dólares, aparte de otras “responsabilidades” (agasajos, entrega de camisetas deportivas, etc.). Por eso suponemos que se constituye en una muy buena fuente de ingreso para los gestores, que automáticamente generan un aumento desmedido de vehículos y, en consecuencia, un mal servicio y caos en el interior del autotransporte. ¿Acaso no vemos frecuentemente violentos enfrentamientos entre transportistas, disputándose nuevas rutas, líneas o áreas de trabajo? Pensamos que esos errores cometidos desde hace mucho tiempo por las distintas dirigencias afectaron a sus respetables afiliados de origen, restringiéndoles sus ingresos.

¿Qué alternativa tenemos los usuarios frente a este panorama?

El caos de vehículos en calles y avenidas, incumplimiento de las señalizaciones de tránsito, paradas y bajadas donde sea, rutas que no se cumplen, inseguridad por falta de mantenimiento, malos tratos, etc., etc., son aspectos que debemos soportar cotidianamente los usuarios y por eso vemos como un gran aporte que atenúa esa crisis, la presencia del PumaKatari en sus diferentes rutas, así como las líneas del teleférico, que se constituyen en dos ejemplos del buen vivir.

A los transportistas les recomendamos que elijan bien a sus dirigentes, que éstos se dediquen a estudiar la forma de domar al monstruo de mil cabezas y mil intereses que crearon y no incrementar la desleal competencia.