Bolivia tiene urgencia de tener una salida propia al océano Pacífico, como la que hemos perdido por una derrota armada con Chile. No vamos ni siquiera intentar la posibilidad de recuperar por las armas la salida propia al mar. La única opción que queda es con un canje territorial. Aunque hace unos años estuvimos ante esa perspectiva, pero no funcionó.
En los años 90, por esos imprevistos de la vida, a raíz de una sorpresiva designación que me hizo el Congreso Nacional para integrar una comitiva que debía negociar el tema con una similar de Chile. En ese tiempo formaba yo parte de la Corte Electoral de La Paz.
Tuvimos reuniones en Santiago y en La Paz y luego de considerar una serie de posibilidades viables que tenía el país para retornar a la vecindad marítima, como conclusión concertada acordamos como única posibilidad el canje territorial.
La delegación chilena no tenía preferencia alguna sobre el territorio que debía cederle Bolivia, lo único que le interesaba era mantener intacta su actual extensión territorial.
Ante esta perspectiva, fuimos a los límites fronterizos de ambos países para ver las posibilidades de elegir un territorio que podía ceder Bolivia y Chile aceptar. Al efectuar el recorrido, encontramos que había un espacio fronterizo extenso consistente en un pedregal de piedra pizarra.
Le consultamos a la delegación chilena si su país estaría dispuesto a aceptar este espacio y respondió positivamente. Una vez más, nos dijeron que lo único que deseaban es conservar en forma invariable la extensión de su espacio territorial, a manera de satisfacer la demanda boliviana de recuperar una salida al Pacífico.
Ante este virtual consenso, volvimos a reunirnos en Santiago, oportunidad en la que el entonces canciller de Chile dio su venía, con lo que las dos delegaciones volvimos a La Paz para organizar el acto que se cumpliría para suscribir el acuerdo internacional.
La comisión boliviano-chilena estaba reunida en La Paz para tales efectos, pero sorpresivamente se hizo presente el Dr. Guillermo Bedregal, que en esas circunstancias era Subsecretario de Relaciones Exterior. Y de manera imprevista dijo que tenía algunas nuevas iniciativas para resolver el problema marítimo.
El jefe de la delegación chilena pidió la palabra y expresó que estábamos ya en los tramos finales de concertar el acuerdo, por lo que no había lugar para seguir tratando otras opciones, por lo que pidió suspender la reunión y con el resto de su delegación se retiró del encuentro. Y de ese modo, se frustró todo lo avanzado y no hubo más reuniones.
Aunque queda mucho para seguir tratando el tema, por razones de extensión de esta nota sólo me queda explicar que en los años 1991-95 fui designado por el Congreso Nacional, sin consulta previa, menos gestión personal mía, como vocal de la Corte Electoral de La Paz, Sala Murillo.
Cuando el Gobierno de esa época estaba en ejercicio pidió a la Corte Nacional Electoral designar a dos de sus miembros para integrar una comisión que negociaría con Chile el tema marítimo. La Corte eligió al Dr. Bocángel, que era uno de sus miembros, para conformar el grupo. Y pidió a la Sala Murillo elegir para ese mismo efecto a uno de sus vocales.
En este tiempo, siempre de forma imprevista, era miembro de la Corte Electoral de La Paz, Sala Murillo. La Corte Nacional, una vez que eligió al ahora extinto Dr. Bocángel como su representante, pidió a la Sala Murillo que uno de sus vocales sea el otro delegado del sector electoral.
De la forma más sorpresiva para mí, fui elegido para cumplir esa representación. Ha sido de esa manera que llegué a intervenir en esa fallida negociación marítima con Chile.
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