PAREJAS
María Soledad Cotelo
Con la convivencia, la vida se transforma. Está buenísimo compartir y acompañarse, pero también es probable que te encuentres con situaciones y momentos en los que ahora él está y que antes eran solo para ti. No hablamos de decisiones trascendentales, sino de pequeñas cosas que hacen al día a día, pero que -como mucho de lo que pasa en una relación- pueden ir echándole kerosene a la mecha. Lo mismo pasa con los espacios: ninguno de los dos tiene la casa enteramente para sí cuando se le da la gana. A todo esto, tú le sumas que el horario in-house es amplio, porque los dos trabajan freelance, porque él no tiene actividades en su tiempo libre o porque tiene horarios flexibles en su oficina y los maneja a gusto y placer. ¿Cómo ordenar el desorden y negociar algunos ítems para que sea un win-win para los dos?
LOS MOMENTOS DE SOLEDAD
Olvídate de leer un libro tirada en el sillón del living o clavarte un maratón de una serie porque, si no aparece él para comentarte algo, están tus hijos dando vueltas.
¿Qué hacer? Plantea tu necesidad y abrí la puerta para que él se cuestione por qué se da que está siempre ahí. ¿No practica algún deporte? ¿No se junta con los amigos? Proponle conectarse con momentos de disfrute o hobbies que dejó abandonados: salir a correr, a caminar en bici, estudiar un idioma, aprender a tocar un instrumento u otra ocupación que te deje la casa vacía por un buen rato.
LOS HORARIOS
Ser freelance puede traer tensiones si no hay organización. El desorden crece si tu pareja también tiene horarios flexibles que pueden terminar molestando a uno o al otro.
¿Qué hacer? Ordenen los horarios como si estuvieran en una oficina. Por El almuerzo, así se toman un descanso y lo comparten. Por otro lado, pueden escalonar los horarios de trabajo. ¿Van a trabajar seis horas? Él puede empezar más temprano y tú, más tarde; y en esa diferencia de dos o tres horas, cada uno dejarle espacio libre al otro.
LAS RESPONSABILIDADES
Pasan varias horas juntos, pero nunca sabes quién de los dos se ocupa de llevar a los chicos a natación. O, si tú trabajas en una oficina, llegas y piensas que, porque él estuvo en casa, todo va a estar impecable o la cena resuelta... y no.
¿Qué hacer? Si él trabaja desde casa, es lógico que se ocupe de más tareas del hogar o de ir a buscar a los chicos al colegio. Claro que no puede encargarse de tooodo porque, si la situación fuera a la inversa, tampoco sería justo para ti. Entonces, por ejemplo, puede que él no se encargue siempre de preparar la cena, pero sí de hacer las compras. Igual, está claro que, si tú inviertes más horas en trabajar fuera de casa, él tiene que estar al frente de más cuestiones domésticas; básicamente por el tiempo disponible.
BUSCAR ESPACIOS PROPIOS
En la pareja, hay ámbitos que son compartidos y otros que son únicamente para tí. Esta es la noción de interdependencia. Por eso, cuando pasan mucho tiempo juntos, sientes esa necesidad fuerte de estar sola. No se trata de ser independiente al 100%, sin tener en cuenta al otro, ni codependiente al top. Imagínate un vector en el que en cada extremo está cada uno de ustedes y en el medio, el espacio compartido, el del encuentro. El tema es cuando este espacio de a dos se amplía y, en lugar de compartir cinco o seis horas diarias con tu pareja, compartís 15. No hay duda de que es muy probable que terminen asfixiándose y la solución es “darse aire”, casi de manera literal. ¿Cómo?
Redistribuí los espacios de trabajo: Si algún amigo tuyo o de él también trabaja de forma independiente, pueden compartir una o dos veces por semana. O averigüen si alguno tiene un escritorio extra en su oficina para pasar ahí alguna que otra tarde.
Generen hábitos fuera de casa: si los dos hacen home office, túrnense y -al menos dos veces por semana- uno se puede ir a trabajar por la mañana en un internet.
No dejen que escalen las discusiones: tengan como código que el freno es ir a dar una vuelta, salir un poco del ámbito hogareño y laboral.
Negocien un “solo para mí”: Hablen para que, sí o sí, tú tengas una tarde o noche la casa solo para ti. Si tienen hijos, coordinen para que, una vez por semana, él salga solo con ellos. Tomarse estos espacios de respiro, individuales.
SIEMPRE HAY UNA SOLUCIÓN
La convivencia no es fácil y no está de más decirlo porque -aunque lo sepamos- nuestro frente idealista, a veces, insiste en que no deberían surgir problemas cuando el amor prevalece. Pero el famoso “contigo pan y cebolla” caducó hace tiempo y, de vez en cuando, nos vemos surfeando alguna que otra complicación que asoma en nuestra pareja. Es normal... Y aún más cuando dos personas comen, trabajan, miran series, tienen sexo y duermen bajo el mismo techo. O cuando las agendas se superponen o la vorágine diaria no nos permite comunicarnos con el otro. Que te haga ruido que él esté mucho en casa es parte del aprendizaje que se da cuando vas de la mano con otro. Logra que esta crisis sea, a la larga, un pasaporte al cambio.
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