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Juez federal dispuso cárcel para Lula da Silva

• El expresidente brasileño debe cumplir 12 años de cárcel • Según el fallo judicial, el exmandatario tiene un plazo de 24 horas para entregarse a las fuerzas del orden


EL EXPRESIDENTE BRASILEÑO LUIZ INÁCIO LULA DA SILVA.

Sao Paulo.- El juez federal Sergio Moro decretó ayer la prisión del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, condenado a 12 años de cárcel por corrupción en una causa relacionada con la trama destapada en la petrolera estatal Petrobras, y le concedió un margen de un día para entregarse.

Moro permite en su auto que Lula se presente voluntariamente a la Policía Federal de Curitiba, en el sur del país, en un plazo máximo de 24 horas.

“Al condenado, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, le concedo, en atención a la dignidad del cargo que ocupó, la oportunidad de presentarse voluntariamente a la Policía Federal en Curitiba hasta las 17:00 (hora local, 20.00 GMT), del día 06/04/2018, cuando deberá ser cumplido el mandato de prisión”, señaló Moro en su decisión.

“HABEAS CORPUS”

La decisión de Moro llega menos de un día después de que la Corte Suprema negara al exmandatario un “habeas corpus” para evitar su prisión antes de agotar todas las apelaciones en instancias superiores.

Moro, encargado de las investigaciones del caso Petrobras en primera instancia, condenó el año pasado al exmandatario a nueve años de cárcel por corrupción pasiva y lavado dinero, una pena que fue ratificada y ampliada en enero pasado por el Tribunal Regional Federal de la 4 Región, con sede en la ciudad de Porto Alegre.

La defensa de Lula da Silva ha intentado diversas maniobras jurídicas para aplazar el cumplimiento de la pena, pero el juez Sergio Moro firmó hoy la prisión del principal líder de la izquierda de Brasil después de que el Supremo le negara el miércoles un “habeas corpus”.

PROCESO JUDICIAL

Lula da Silva fue denunciado en 2016 por el Ministerio Público acusado de recibir un soborno de 3,7 millones de reales (alrededor de un millón de dólares) de la constructora OAS que se habrían materializado en la reforma de un apartamento en el balneario paulista de Guarujá.

El juez de primera instancia Sergio Moro, responsable de la operación Lava Jato -que investiga la trama de corrupción de Petrobras, la mayor de la historia de Brasil-, condenó a Lula en julio de 2017 a nueve años y seis meses de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero en el caso del apartamento en Guarujá. La defensa del expresidente recurrió.

Además, el 24 de enero de 2018 los tres magistrados del Tribunal Regional De la Cuarta Región de Porto Alegre ratificaron por unanimidad la condena en primera instancia y la ampliaron a doce años y un mes de prisión. La corte decretó el cumplimiento inmediato de la pena una vez agotados los recursos en dicho tribunal.

Los abogados de Lula presentaron un recurso, conocido en la jerga jurídica como “embargo declaratorio”, ante el tribunal de segunda instancia, pero fue rechazado.

La defensa de Lula continuó con sus maniobras jurídicas y presentó un “habeas corpus” ante el Tribunal Supremo, máxima corte del país, para evitar que el exlíder sindical fuera preso antes de agotar todos los recursos en instancias superiores.

En un ajustada votación, el pleno de la máxima corte rechazó el miércoles por 6 votos a 5 el “habeas corpus”, abriendo así la puerta de la prisión de Lula.

Horas después de la decisión del Supremo, el juez Sergio Moro, quien condenó a Lula en primera instancia, decretó hoy la prisión del exobrero metalúrgico y le dio un plazo de 24 horas para presentarse ante la Policía Federal de Curitiba. El plazo vence a las 20.00 GMT del viernes.

DEFENSA

Según BBC mundo, la defensa de Lula tiene hasta el día 10 de abril para presentar los llamados “embargos de los embargos” ante el Tribunal Regional Federal de la 4ª Región (TRF-4), de Porto Alegre, donde apeló sus sentencia.

Cómo el fallo judicial contra Lula da Silva puede afectar su futuro político y el de Brasil

Así vivió el expresidente de Brasil Lula da Silva las 10 horas que duró el dictamen que lo acerca a la cárcel

Lula fue condenado por corrupción pasiva y lavado de dinero, tras ser hallado culpable en julio de 2017 de aceptar sobornos por 1,1 millones de dólares de la constructora OAS.

En enero, tras la apelación, el Tribunal Regional Federal de la Cuarta Región ratificó la condena de forma unánime y aumentó la pena hasta los doce años y un mes de prisión.

INCERTIDUMBRE ELECTORAL

De acuerdo con la publicación de El País, la inminente entrada en la cárcel de Lula saca de la carrera electoral al candidato que encabezaba holgadamente todas las encuestas, con una intención de voto de alrededor del 35%. Ahí están incluidos los grandes feudos del Nordeste, la región más pobre del país, donde el apoyo a Lula alcanza en algunas zonas proporciones de casi el 70%. Todos los especialistas señalan que otro candidato del Partido de los Trabajadores (PT), con el apoyo de Lula, incluso desde la cárcel, podría retener una parte de ese voto, aunque de ninguna manera su totalidad. Eso abriría un hueco a ser explotado por cualquiera y no necesariamente desde el campo de la izquierda.

El PT siempre ha negado que tuviese un plan alternativo para relevar a Lula. Pero en privado dirigentes del partido manejan desde hace tiempo dos nombres, el exalcalde de São Paulo Fernando Haddad y el exgobernador de Bahía Jaques Wagner, este último con mayores posibilidades de retener los feudos del Nordeste.

Más difícil, aunque no imposible, sería adherirse a otra candidatura en la izquierda, como la de Ciro Gomes, exministro de Lula y líder del Partido Democrático Laborista. Gomes ya tiene por sí mismo un apoyo de un 7% y posibilidades de crecer en el Nordeste, de donde es originario. En el espectro del centro izquierda está además, la eterna outsider Marina Silva, con un 10% en las encuestas, también exministra de Lula pero que ha acabado muy distanciada del PT.

DERECHA

Sin Lula da Silva, cobra fuerza el fantasma del ultraderechista Jair Bolsonaro, que, con cerca de un 20%, pasaría a liderar las encuestas. No son pocos los analistas que opinan que el exmiltar Bolsonaro, aunque cuenta con una base firme, tiene pocas posibilidades de crecer. Pero en la sensación de caos que por momentos se apodera del país se mueve como nadie. Y cuenta con grandes apoyos en el Ejército, que en las últimas semanas ha dejado claro su interés por convertirse en un actor abiertamente político.

Bolsonaro, se aprovecha también del páramo que reina en el centro derecha tradicional. El candidato con más posibilidades de reunir al establishment conservador, Geraldo Alckmin, gobernador de São Paulo, permanece estancado en un 7%. Entre los grupos aliados al Gobierno actual se han lanzado nombres como el del ministro de Hacienda, Henrique Meirelles -la niña bonita del sector de los negocios- y el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, aunque ninguno llega al 3%. El propio presidente, Michel Temer, ha dicho ahora que se plantea presentarse.

Nadie se toma muy en serio esa candidatura, con unos índices de popularidad que no llegan ni al 5% y varios escándalos de corrupción llamando a su puerta. Lo único seguro es que, sin Lula, todo parece posible en Brasil en los próximos meses. (Agencias)

 
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