Apenas 66 años han transcurrido desde que se dio uno de los cambios políticos más importantes que transformaron la estructura económica, social y política del país, la revolución del 9 de abril de 1952. Por ello, con el aniversario muy próximo, conviene recordar qué sucedió entonces.
Yo estaba en colegio y luchando por mi supervivencia con un trabajo que me permitía asistir al colegio nocturno Casimiro Olañeta. Pude observar los extraordinarios cambios que se dieron en Oruro, en ese entonces un departamento minero, con una agricultura feudal basada en la servidumbre.
El siguiente año, por contraste a la vida vinculada con la minería, me trasladé a Cochabamba para estudiar Agronomía, allí los cambios eran todavía más impactantes y su efecto en la clase que era propietaria de la tierra se notaba claramente.
Para un artículo corto, como es este ejercicio semanal, tomaré dos referencias esenciales: La “Historia de Bolivia” de los Mesa, Editorial Gisbert, 2007 y de Luis Antezana Ergueta, su “Historia Secreta del MNR”, publicado en 9 tomos, por lo cual lo que se cite aquí es parte infinitesimal de un trabajo que cubre gran parte de la historia del MNR, de quien además de historiador-escritor, fue un actor importante de este proceso histórico.
El resumen del proceso que hacen los Mesa es muy preciso: “La revolución de 1952 es un hecho fundamental en la historia contemporánea de Bolivia, pues cambió el país al punto que es imposible comprender la Bolivia de hoy sin entender la significación de la Revolución, Por una parte se modificó totalmente la estructura económica. De una economía semifeudal (agricultura) controlada y dependiente de capitales privados de incalculable poder (minería particularmente), se pasó a una economía básicamente controlada por el Estado (más del 70%). Se creó una nueva burguesía que, sin haber logrado estructurarse realmente como clase coherente, intentó industrializar el país. Una gran parte de esa nueva burguesía sin embargo se dedicó a la intermediación financiera y al comercio importador. Se logró una cierta diversificación en la producción económica y una mayor articulación de la geografía nacional. El proceso excepcional de desarrollo del oriente boliviano (Santa Cruz especialmente) es sin duda producto de 1952”.
“En el campo, la Reforma agraria (1953) eliminó el latifundio y determinó el comienzo de un proceso de integración del campesino a la vida nacional. Aunque los errores de aplicación limitaron grandemente los resultados, se cambió la relación de poder entre las clases sociales en el campo”.
Concluyen: “si bien el proceso de 1952 quedó trunco y se vio envuelto en errores, limitaciones, corrupción y una negativa influencia de posiciones personales, es indudable que tuvo una importancia esencial para el país”.
Para concluir esta primera visión de este importante proceso histórico, resulta justo destacar la obra del presidente Víctor Paz Estenssoro, a quien se considera “la figura política más relevante del Siglo XX en Bolivia. Su papel en las transformaciones radicales en Bolivia, en 1952 primero y 1985 después, lo convierten en un referente imprescindible para comprender la política boliviana contemporánea.
Concluiré aquí esta primera parte, para continuar en una siguiente parte, la próxima semana, recogiendo el importante aporte histórico de Luis Antezana.
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