Hay dilemas muy graves en los pueblos que enfrentan la pobreza y éste es el caso del departamento de Nariño en Colombia, cuya población, para vender su producción que no sea coca, debe trasladarse a pueblos cercanos haciendo muchos sacrificios; por el contrario, la producción de coca tiene compradores asegurados porque los proveedores del negocio de las drogas llegan hasta los domicilios de los campesinos. Lo ilegal -coca para la droga- cuenta con muchas facilidades y, además, paga buenos precios; lo legal debe enfrentar dificultades de toda naturaleza y hasta los niños sufren mucho porque tienen que hacer largos recorridos para llegar a sus escuelas y, sus padres, lo que cobran por la producción que no es coca reciben migajas que no les alcanza para solventar sus necesidades.
Nariño es un departamento colombiano fronterizo con Ecuador que más coca produce y este hecho da lugar a que sea centro de enfrentamientos con guerrilleros de las FARC que aún, pese a la suspensión de hostilidades con el gobierno, continúan. Un historiador colombiano sostiene: “Nariño se convirtió en un corredor para la coca y con los cultivos llegó la violencia. El acuerdo de paz trajo alguna tranquilidad, pero aumentaron los cultivos de coca. La paz puede hacerse siempre que se abandone a las comunidades más lejanas; se escucha que el gobierno dice que hay que invertir en el campo, pero al campo solo llegan las migajas, y éstas no sirven para sacar a las comunidades de la extrema pobreza”.
Los campesinos viven convencidos de que una carretera bien construida podría ayudarles, porque les permitiría llegar a los mercados con su producción que no sea coca; pero, ante las grandes distancias, es imposible no cultivar coca, que es la que permite solventar los gastos. Existe el convencimiento de que “Hoy por hoy, la mafia no se va a acabar. Y mientras no se acabe, obligatoriamente el campesino va a tener que sembrar coca”, es la conclusión de muchos.
El drama de la pobreza azota a Colombia en las partes donde la guerrilla ha dominado territorios y población y mientras no termine completamente será imposible que reine la paz y para que la población pueda vivir conforme a sus habilidades y posibilidades para cultivos que, con una buena carretera, puedan ser comercializados.
Quienes propician al narcotráfico y obligan a los cultivos de coca, sea en Colombia o en cualquier parte del mundo, siempre tendrán como aliados seguros a los que cultivan coca y fabrican droga, así sea por poco dinero, que estén dispuestos a respaldarlos, sea con fabricación de drogas o con la consumación de crímenes que les asegure ingresos financieros y situaciones desde las cuales tengan mayor dominio sobre los pobres. Esta es la realidad de quienes tienen poder político, especialmente desde los gobiernos que pudiesen hacer mucho bien y no lo hacen porque, inclusive, parecería que fomentan esos cultivos, porque cumplen funciones de dirigentes.
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