Danny Daniel Mollericona Alfaro
Se ha hecho viral el video de una señora (de vestido) que ataca a otra señora (de pollera) en un micro de la ciudad de Santa Cruz. La ataca de “colla”, de ajena; y ella se exalta como propia del lugar en un acto de intolerancia concreto. Se ha hecho viral, también, el bullying a la mencionada señora (de vestido), e incluso una acusación de racismo y discriminación promovida por autoridades del Estado. Se ha generado una condena generalizada a su accionar y, pues, ella se ha convertido en una outsider.
Outsider, en la traducción castellana, significa desviado o marginado. Outsider es la persona que rompe las reglas de un grupo (no necesariamente leyes escritas sino socialmente establecidas). A diferencia de teorías previas que pensaban en buscar etiológicamente el origen de los desviado, algo inherente a la persona tipo una “enfermedad”, Howard Becker nos dijo allá en los años 60 “Que un acto sea desviado o no depende entonces de la forma en que los otros reaccionan ante él”. Así pasó en este caso, la reacción generalizada de las personas por RRSS hizo que la persona se convierta en una outsider.
Esta situación está directamente relacionada con el conjunto de reglas convencionales al que la gente se apega. En nuestro contexto, este conjunto de normas se enmarca en el discurso anti-discriminador de nuestro periodo histórico que se condensa en la Ley 045. Si bien es cierto que la norma pretende evitar todo “el racismo y toda forma de discriminación”, sin embargo, el Estado está reproduciendo una caricatura de estereotipos y pone la balanza del lado de lo indio-indígena-originario-campesino en la hora de juzgar “su discriminación”. Pero, en el mundo real, el fenómeno es un poco más complicado.
El vicepresidente del Estado expresaba en el XVII Congreso Ordinario Fed. Departamental Bartolina Sisa, frente a insultos que había recibido Evo Morales en RRSS, lo siguiente: “Eso es el pago que le están dando los ricos, los que odian Bolivia, los que quieran que fuéramos todos gringos, cabello rubio seguramente […] querrán poner a ellos, a sus hijos, rubios seguramente que hablan inglés…”, para luego establecer enfáticamente “quieren convertir a Bolivia en un país de cinco gringos, de cinco chocos seguramente”. La caricatura de gringo/rubio/choco que habla inglés se contrapone frente a lo indígena como una incitación racista y discriminadora que no es juzgada.
¿Por qué a una persona la condenan públicamente (a la señora) y al otro no (al vicepresidente)? Ese es el debate de fondo que no logra estabilizar el proceso político actual. Si bien es cierto que hay una regulación legal en vigencia, el manejo político hace que se condene a unos y se socape a otros. Howard Becker nos hablaba también, en los tipos de desviación, sobre una desviación secreta aún más peligrosa. Esta reside en discursos que incitan discriminación desde el Estado y, también en otros espacios como los ambientes deportivos donde continuamente se atacan de “choli”/cholivar o “gay”/strongay.
No considero que una persona discrimine porque esté “enferma” o tenga algo inherente o una motivación explícita en su ser que lo hace ser discriminador. Más bien entiendo que esta situación, como nos diría el buen Howard, implica una carrera, es decir, una serie de pasos/etapas para llegar a establecer un patrón desviado de intolerancia/discriminación. Y, todos y todas hemos pasado alguna (o varias) etapas donde hemos discriminado de alguna manera ¿O ustedes nunca? Para entender el fenómeno completamente es necesario mirar tanto al vicepresidente, a la señora, y, obviamente, a nosotros mismos.
El autor es sociólogo.
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