Bolivia surgió, en 1825, con una extensión territorial de más de dos millones de kilómetros cuadrados. Asimismo con inmensos bolsones de recursos naturales, renovables y no renovables. Esta realidad despertó la codicia de sus vecinos, y de otras potencias, quienes, con una u otra argucia, le arrebataron sus territorios más productivos y su salida al océano Pacífico. Para cometer semejante atrocidad se aprovecharon de la debilidad y de la situación caótica imperante en el país.
Ahora Bolivia, en circunstancias que el tema marítimo ocupa los titulares de la prensa mundial, requiere del concurso honesto, transparente e incondicional, de sus hijos más representativos, no sólo para avanzar hacia un mundo de prosperidad sino para proteger, particularmente, la soberanía nacional, ante cualquier amenaza externa, que se presentara.
La incertidumbre, desgraciadamente, pretende nuevamente apoderarse del conjunto ciudadano. Es que hay algunos insensatos que hablan de una posible guerra sin tomar en cuenta que Bolivia es un país pacifista. Y lo hacen ignorando, a propósito, la decisión mayoritaria que respalda el diálogo, como un recurso para solucionar los problemas de carácter internacional.
En este marco debemos buscar, sobre todas las diferencias político-religiosas, étnico-culturales, la articulación del pueblo boliviano, en rededor de los supremos intereses nacionales. Olvidando, obviamente, odios y vendettas, todo por Bolivia.
Y que el esfuerzo mancomunado de orientales y occidentales, de cambas y kollas, haga de Bolivia un país próspero, con oportunidades, con empleo y justicia social, de cara al Siglo XXI.
Entonces se hará realidad, indudablemente, el bienestar social o el “suma kamaña”, como suelen decir algunos. Entonces Bolivia será el país respetado y temido como en los memorables tiempos del Mariscal de Zepita, el genial aymara, que, contra viento y marea, fundó la Confederación Perú – Boliviana (1836 – 1839), con el fin de hermanar a dos pueblos, idénticos en su historia, en su cultura y su destino, desde épocas inmemoriales. Pues el estratega militar supo mantener la supremacía bélica de su país: Bolivia.
Y ahora, a más de 150 años de la muerte del Protector, debemos asumir un trato particular y preferente con las fuerzas armadas, renovando, fundamentalmente, el armamento obsoleto, sin pensar en conflagraciones sino en el propósito de resguardar la soberanía nacional, ante cualquier eventualidad agresiva, que pudiera provenir de fuerzas foráneas…
Hoy Bolivia requiere de mayor productividad, de tolerancia y unidad, para hacer frente a los retos del presente siglo, que se traducen por la búsqueda de un futuro mejor no sólo con pan, con techo y libertad, si no con ciencia y tecnología.
Este afán favorecerá, básicamente, a todos quienes van formándose física, moral e intelectualmente. Es decir a las nuevas generaciones, quienes tienen sed de superación y ansias de construir un mundo acorde con los tiempos que se imponen.
En suma: sólo la unidad curará nuestros retrocesos y frustraciones y nos encaminará hacia el engrandecimiento nacional.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |