La Revolución de Abril de 1952

Al alba del 9 de abril de 1952 después de duras jornadas de tres días de combate en las calles paceñas y que Bolivia recuerda unas veces con orgullo y otras veces con dolor por los gloriosos muertos que cayeron en los combates, se cumplió el imperativo de una demanda histórica. Solo de esta manera se hizo posible asentar definitivamente el triunfo electoral de mayo de 1951, en el cual también descansaba el ordenamiento jurídico del país que debiera ser siempre la regla democrática de nuestra vida institucional.

“No somos enemigos de los ricos pero somos más amigos de los pobres” fue el legado jesucristiano que alumbró diáfanamente este proceso revolucionario cuyo contenido no era otro que el de humanizar el trabajo, establecer el entendimiento entre los intereses de unos y de otros y así forjar una comunidad de bienestar y progreso…

Esta revolución no fue el resultado de intereses políticos subalternos de caudillos bárbaros y letrados que desde los primeros años de la fundación de Bolivia se multiplicaron como bacterias para llegar al Poder y gozar de las ventajas de él estimulando una veces la vanidad de los mediocres y otras la soberbia de los tránsfugas. Este movimiento popular fue el resultado de una frustración de Bolivia, transitando en el oscuro túnel del subdesarrollo y la deliberada postergación de una sociedad sumida en el atraso y la miseria.

Al advenir la colonia ésta trajo consigo el argumento contundente de las cadenas adheridas a la brutal multiplicación del látigo en manos del encomendero y el carácter despreciativo del peninsular con los pueblos conquistados.

En lo que toca a la minería se puede decir que el sistema infrahumano de la explotación del hombre por el hombre se hallaba muy distante de procedimientos técnicos reclamando el trabajo masivo y casi gratuito del trabajador. Hugo Mancilla retrotrayendo un episodio de aquel entonces en su escrito titulado “Ciencia y Desarrollo” anotaba “De los trabajadores indígenas no solo se aprovecha su esfuerzo. El laborero natural mal alimentado llevando a cuestas la terrible desgracia de la desnutrición debe engañar al hambre con unas cuantas hojas de coca masticando todo el día para anestesiar su apetito durante su duro trabajo al interior de la mina”.

A ello se suman las denuncias de EL DIARIO sobre las elevadas defraudaciones al Fisco de la Gran Minería que también se daba el lujo de nombrar ministros y voltear gabinetes, lo que dio lugar a su nacionalización por parte del gobierno revolucionario.

Antes de la Revolución de Abril, la mujer enfrentaba una radical discriminación. Era sometida a la humillación en todos los estratos sociales. Existía una oposición a su ingreso en los institutos de enseñanza superior. Había una negación a sus derechos ciudadanos, no era parte del electorado nacional y peor aún su unión como pareja tenía carácter de esclavitud.

Frente a tanta afrenta a la mujer, el 21 de julio de 1952 se decretó el Voto Universal que le otorgó a la mujer sus derechos ciudadanos y ser igual que el hombre ante la ley asegurándole su honor y su dignidad de ser humano.

En 1950 se realizó un censo agrario que reveló la evidencia de que el 95.1% de la tierra cultivada era propiedad de terratenientes. El indígena y natural del oriente junto a su familia estaban sometidos a un conjunto de trabajos coercitivos, eran sometidos a dura discriminación, su trabajo era gratuito en favor del señor feudal y además se le obligaba a realzar otros trabajos en las mismas condiciones. Por estos motivos la Revolución de Abril dicto el 2 de agosto de 1953. La Reforma Agraria que significó la incorporación del indígena-campesino a los derechos ciudadanos, la eliminación del pongueaje y su servidumbre gratuita, además de la dotación de tierras para su directa explotación.

El 20 de enero de 1953 se dictó la Reforma Educativa dando lugar a los primeros impulsos de lucha contra el analfabetismo y la obligación del Estado para construir las primeras escuelas en las áreas rurales sin descuidar las infraestructuras educativas en las ciudades. Para el área rural se dispuso la normativa de la obligatoriedad educativa de sectores indígena-campesinos antes marginados de este derecho y la formación de docentes rurales.

En el ingrato conflicto bélico del Sudeste con Busch, Villarroel y otros militares de la Legión RADEPA maduró la fuerza explosiva de una nueva Bolivia. Los huesos calcinados de más de 50.000 vidas y el despojo de un extenso girón patrio igual que en pasadas gestiones de gobiernos patrioteros, del grito agudo que producían las espaldas del campesino atado al latifundio, del minero transformado en depósito de silicosis, del obrero sacrificado por un mísero salario de la mujer marginada de los derechos ciudadanos del empleado ultrajado sin derechos en las ciudades, nació entonces esta revolución con fuerte levadura de convicción y de combate aquel 9 de abril de 1952.

Modernos revolucionarios formados en la comodidad de la Democracia que ofician de líderes del infantilismo de izquierda en el gobierno, tienen la pretensión de adjudicarse ante el pueblo que ellos son los libertadores de las clases obrera y campesina y los artífices de la igualdad de género así como de la integración de la mujer boliviana a todos los derechos constitucionales. Nada más falso. Los hechos que ya están en la historia nos están demostrando lo contrario. El ilustre pensador Franz Tamayo decía: “Hay algo que vale más que el oro y ese algo es la verdad”. A esa verdad nos remitimos.