Dejamos previamente establecido que la facultad de todas las personas para expresar y elegir de manera responsable su propia forma de actuar dentro de una sociedad es un derecho humano básico, acreditado como libertad de pensamiento, libertad ideológica o libertad de creencia.
Conforme a lo anterior, la indignada protesta y el mensaje expresado por la pintora nacional Rilda Paco, particularmente contra todos los excesos que son cometidos en nuestras actividades folklóricas (la entrada de carnaval particularmente), es plenamente aceptable por toda la población, desde cualquier punto de vista.
Deplorablemente, por su anhelo de tratar de ser certera e impactante en su exposición pictórica, “lesiona” inconscientemente uno de los iconos más queridos de nuestra Iglesia Católica, como es la imagen de la Virgen María.
Pero el riesgo en estas expresiones de honesto mensaje atribuido a la pintora para un sana reflexión social, es que peligrosa y lamentablemente vivimos en un mundo donde al parecer renace el oscurantismo medieval y el fanatismo religioso, lo cual sumado al carácter e idiosincrasia imitativa de grupos apasionados y/o sectarios de nuestra sociedad, no remataron, gracias a Dios, en reacciones impensables.
Recordamos, como si fuese ayer, el donaire con que fue publicada en Francia la portada de la revista Charlie Hebdo, en la que aparecía un hombre con un turbante, significando al profeta Mahoma, diciendo “100 latigazos si no te mueres de risa”, lo que ocasionó múltiples consecuencias. O el libro del hindú de origen inglés, Salman Rushdie, titulado “Los versos satánicos”, que se constituye en una simple metáfora entre el bien y el mal, pero que para los musulmanes fue una blasfemia imperdonable.
Como reflexión final es pertinente recordar al respecto algunos párrafos del “Contrato Social” del insigne Juan Jacobo Rousseau, quien propone que para vivir en sociedad, los seres humanos acuerdan un contrato social de respeto implícito, que les otorga ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad de la que dispondrían en estado de naturaleza y que pueden cambiar los términos del contrato si así lo desean, ya que éstos no son inmutables.
En esta misma línea, el sociólogo Daniel Goleman señala que es importante empezar a pensar en las opiniones de las otras personas, a practicar la empatía, imaginando cómo podría estar sintiéndose el resto (no solo los aludidos), respetando sus convencimientos de forma objetiva y racional, a fin de que las mismas personas se ayuden entre sí, ya que quienes tienen mayor capacidad de empatía son los que más saben leer a los demás y esta virtud se la puede desarrollar y potenciar procurando no herirlas. Si observa y escucha a los demás, muy pronto se sentirá identificado (a) con sus sentimientos, conociendo sus fortalezas y debilidades y todo ello se le retribuirá de manera agradable y positiva.
El autor es abogado.
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