Para un médico uno de los instantes más emotivos de interacción con los pacientes es cuando hace su “internado rotatorio” y dentro de éste, dos de los rotes más enternecedores son el paso por el “Hospital de la Mujer” y el el paso por el “Hospital del Niño”, ambos localizados en la zona de Miraflores de la ciudad de La Paz.
En el rote por el “Hospital de la Mujer” se atiende diferentes partos y el instante más conmovedor de este proceso es cuando nace un bebé y abre los ojos por primera vez, para observar el medio que lo rodea y lo primero que ve en su vida, es a su médico, y lo hace con una “mirada de niño”.
De este nuevo ser no podemos obtener información verbal, pero basta ver su “mirada” para imaginar sus ansias de conocimiento y su enorme curiosidad ante todo. Claro que también podemos obtener otro tipo de información mediante el examen físico respectivo.
En el inicio todos los bebés parecen iguales, pero con el tiempo se puede percibir que los recién nacidos son heterogéneos, los cuales en consecuencia tendrán un destino diferente. Pasados algunos minutos, hasta horas, también uno se llega a enterar de que algunos niños nacieron enfermos y necesitarán tratamiento médico. Algunos nacen con un Apgar bajo (falta de oxígeno al nacer), lo que nos puede hacer pensar, por ejemplo, en una posible “parálisis cerebral” de un determinado grado e imaginamos, en consecuencia, que algunos pasarán a enrolar los “ejércitos de discapacitados del país”, sin recibir en algunos casos la atención respectiva (estimulación temprana, educación escolar, transporte hacia la escuela, atención gratuita en salud, rehabilitación gratuita, manutención para alimentos) de parte del Estado boliviano, viendo sus “miradas” que lo dicen todo, en las marchas que hacen.
Otro instante emotivo es cuando cada recién nacido llega a ser conocido por su madre, su padre, hermanos, abuelos, tíos, tías y parientes, existiendo el respectivo “cruce de miradas” (conversación en silencio). Debido a que existen padres jóvenes primerizos, padres mayores y madres solteras, cada bebé en relación con su entorno tendrá un destino diferente. En relación con este tema, lo que más me impresionó fue la llegada al hospital de un padre de familia llevando un pequeño “terno” tipo mameluco para su hijo, demostrando de esta manera su amor infinito hacia él (“acciones más que palabras”).
En cuanto al rote por el “Hospital del Niño”, allí hay diferentes salas, como la de “quemados”, “traumatología”, “infectología”, “unidad de terapia intensiva”, etc., allá generalmente están los niños más grandes.
El instante que más recuerdos trae es la presentación de cada paciente a las 8 de la mañana de cada día. La presentación empieza con: “Paciente de…”.
De los diferentes casos que el autor vio, expone algunos casos clásicos:
Después de las Fiestas de San Juan: “Paciente de 4 años de edad, en su primer día de internación, con el diagnóstico de: intoxicación por ingestión de fósforo (chispitas)…”.
Después del choque de 2 flotas en la carretera a Oruro, donde uno de los conductores estaba ebrio: “Paciente de 6 años de edad, en su segundo día de internación, con el diagnóstico de: amputación de pierna derecha…”.
Después de derramarse con el kerosene (mechero) y quemarse en Los Yungas: “Paciente de 7 años de edad, en su tercer día de internación, con el diagnóstico de: quemadura de tercer grado en la cara…”.
“Paciente de 8 años de edad, con el diagnóstico de: leucemia…”.
“Paciente de 3 meses de edad, en consulta externa, con el diagnóstico presuntivo de: síndrome de Down a descartarse…”. En todas estas enfermedades existirá un común denominador, cada pacientito dirá implícita (“con una mirada”) o explícitamente: “quiero vivir”.
Y es que estos 2 rotes son tan enternecedores, porque no es lo mismo que a uno las enfermedades lo encuentren a la salida de la vida, que a la entrada.
Valgan estas líneas para que los padres de familia y futuros padres tengan más cuidado con el proceso de planificación del embarazo (niños deseados), el embarazo mismo (asistencia a sus controles prenatales), el parto (con personal calificado) y la salud de cada uno de sus niños (controles periódicos con el pediatra y cuidado domiciliario). Asimismo para que el Estado ponga más atención, principalmente hacia los niños enfermos, más que todo hacia los “discapacitados”. Y finalmente para que los médicos (“ángeles de blanco”) se capaciten cada vez más para combatir mejor las enfermedades.
“Dicen que una mirada vale más que muchas palabras” y que “los ojos son el espejo del alma”.
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