Considerado por muchos el Mozart del Nuevo Mundo, la obra del peruano Pedro Ximénez de Abril Tirado cayó durante un tiempo en el olvido hasta que fue rescatada para resonar doscientos años después en la basílica menor de San Francisco en Tarija.
La basílica menor de San Francisco en Tarija acogió anoche la interpretación de la sinfonía 16 de este prolífico compositor, que data de entre 1815 y 1820 y ha sido sacada del olvido por la Orquesta Filarmónica de esta ciudad del sur de Bolivia.
El padre Piotr Nawrot, musicólogo polaco afincado en Bolivia, recuerda a Efe que Pedro Ximénez de Abril Tirado (1780-1856) compuso cuarenta sinfonías, “como Mozart”, y su música fue muy popular en su Perú natal y luego como maestro de capilla en la catedral de Sucre, actual capital boliviana.
Pero su amplio legado, con más de cincuenta misas, sinfonías, composiciones para orquesta de cámara y para guitarra, entre otras muchas, quedó en parte en el limbo de los tiempos.
Alguna de sus obras dispersas por Bolivia se ha llegado a encontrar escondida detrás de un espejo.
Hasta que en 2016 su genialidad volvió a sonar en el Festival Internacional de Música Renacentista y Barroca Americana “Misiones de Chiquitos”, en ese caso la sinfonía 40, cuyas notas resonaron después en conciertos en Argentina, Estados Unidos y Polonia.
El éxito de aquel reestreno motivó a expertos como Nawrot a seguir recuperando la herencia del compositor y anoche fue el turno de su sinfonía 16, en la inauguración de la edición numero doce del festival organizado por la Asociación Pro Arte y Cultura (APAC) con apoyo de la empresa Repsol Bolivia e instituciones tarijeñas.
A lo largo del festival, que se celebra hasta el próximo 22 de abril, el público también podrá disfrutar en la ciudad boliviana de Santa Cruz de otra de sus sinfonías rescatadas dos siglos después, la 11.
Estos reestrenos “mundiales” no se quedarán aquí porque “la obra de Ximénez es universal: para ayer, para hoy y para mañana; para gente en Bolivia, Perú, América, Europa, cualquier parte del mundo”, subraya Nawrot, director artístico del festival.
“Fue uno de los más grandes compositores que nació en América y, realmente, merece ser comparado con Mozart. En diez a quince años, su música sonará por todo el mundo”, augura convencido.
Aunque una parte se perdió, por ahora se trabaja con su legado instrumental, como sinfonías y divertimentos, una labor que se espera continuar con misas polifónicas en próximos años.
“Creo que lo van a tocar por todas las partes. Los músicos en Bolivia, América y Europa ya me están preguntando si sale alguna novedad”, comenta seguro que “esto va a tener mucho éxito”. (EFE)
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