El Papa afirmó que “existen falsos cristianos que son ‘mafiosos y corruptos’ que, al final, terminarán mal”. El criterio papal muestra, una vez más, la preocupación de la Iglesia, la misma que han tenido muchos de sus predecesores en contra de la corrupción en general y han condenado la acción de quienes pregonan ser cristianos, sin embargo en la práctica son corruptos.
La corrupción ha creado en el mundo muchos problemas y se ha encargado de debilitar virtudes de la población. Especialmente nos referimos a la corrupción practicada por quienes son poseedores de poderes políticos, económicos y hasta sociales, que no trepidan en cometer delitos que atentan contra el bienestar económico y de salud, contra la moral y práctica de virtudes de la población.
El Papa Francisco ha expresado categóricamente: “Pensemos en los llamados mafiosos cristianos, que de cristianos nada tienen. Se dicen cristianos, pero llevan la muerte en el alma y a los demás”. También advirtió contra los “falsos cristianos que dicen que Jesús ha resucitado y que ellos viven una vida nueva, pero después viven una vida corrupta y estos cristianos acabarán mal”. “El corrupto finge que es una persona honrada, pero al final su corazón está podrido; un hombre no puede ser corrupto; no se puede vivir con la muerte en el alma”, dijo el Sumo Pontífice para referirse a quienes obran mal y en contra del bien común.
La corrupción es un mal que ha atacado mucho a quienes poseen poderes, a quienes tienen la misión de obrar conforme a las leyes, a la moral y a los principios religiosos; a quienes concuerdan con la Iglesia en sentido de condenar el mal y, sin embargo, ellos son autores de mucha degeneración y destrucción de valores y principios. Quienes condenan, desde puestos de poder las prácticas hedonistas y el no acatamiento de las leyes, con sus actos y conductas propensas a la mafia y a la corrupción permiten el crecimiento del narcotráfico y la propagación del consumo de drogas que ciegan la vida de miles de personas.
De igual manera obran quienes permiten la implantación y cada vez mayor crecimiento del contrabando y la “valoración” de la economía informal que atenta contra el desarrollo y crecimiento de los pueblos. Es que esa economía ilegal implica destruir balanzas económicas y, lo más grave, corrompe la moral y principios de sociedades que, aprovechando “ventajas financieras” con los productos procedentes del contrabando, creen que no infringen la ley, cuando la realidad muestra que ellos también ingresan en un campo que significa apoyo indirecto a la economía informal.
Las palabras del Papa alertan a la población contra las “fáciles posiciones de la mafia y la corrupción”, que son males que marginan valores y principios del bien común; que implican, además, propensión a situaciones hedonísticas que atentan contra la vida y la moral.
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