La comunidad internacional jamás ha sido renuente con la pretensión boliviana de recuperar soberanía en el Pacífico. Ello lo hemos visto y palpado, hoy como ayer, en carne propia. Por consiguiente, ese hecho está debidamente marcado en los anales de la historia patria, regional y mundial.
Nos referimos a una actitud inspirada en los más altos principios de solidaridad e identificada profundamente con los postulados de hermandad de los pueblos. Ésta no solo debería ser ponderada sino repujada en el bronce de la eternidad, como un hito recordatorio que honre la memoria de nuestros mayores y estimule la unidad de las nuevas generaciones ávidas de mejores días.
La “solidaridad externa, felizmente, nunca estuvo ausente”, afirmó el ex presidente boliviano Alfredo Ovando Candia, en relación con el tema marítimo, hace aproximadamente 40 años. La declaración fue formulada, en Madrid, España, donde vivió en condición de autoexiliado (1).
Es verdad que nunca estuvo ausente la solidaridad externa que tanto requería y requiere aún Bolivia para recuperar lo suyo. En esa histórica perspectiva, recurrió a la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
“Es cierto que el problema marítimo interesa continentalmente y que el interés no es retórico, sino porque le interesa la paz, la integración y el desarrollo a este continente”, dijo el ex canciller de Bolivia, Mario Rolón Anaya, a mediados de 1980, del siglo pasado (2).
Reiteró que el tema marítimo boliviano “es un tema continental y no sólo por el hecho de la igualdad de condiciones que tiene cada país dentro del proceso de integración, sino porque es imprescindible que todos contribuyan a la solución final”.
Obviamente que “la solución final” para el intrincado conflicto que distancia a dos países que comparten una frontera común, se hará realidad como una contribución del conjunto de las naciones latinoamericanas y del mundo. En este contexto, la solidaridad externa, que se ha ratificado en todos los tiempos, será determinante en la búsqueda de la restitución de la paz, de la amistad y la cooperación, en este punto geográfico del Cono Sur. Y a fin de despejar, asimismo, la suspicacia, la incertidumbre y la amenaza, que penden como la espada de Damocles sobre los destinos de Bolivia y Chile.
Países grandes y pequeños coincidieron en encauzar la solidaridad a favor de la reivindicación marítima boliviana. Es cierto que la verdad se impone y resurge el espíritu justiciero ante la desfachatez del agresor.
En suma: en un futuro no lejano se hará justicia con Bolivia, en consonancia con la solidaridad externa.
NOTAS
(1) Ángel Tórrez:”El turno de una nueva generación”. Revista “Nosotros – El mundo y la actualidad”, año 1 – Nº 1, 7 – 23 de diciembre de 1977, La Paz – Bolivia. Pág. 17.
(2) “Habla hoy: Mario Rolón Anaya. Mediterraneidad: existe una rica experiencia frustrante”. La Tercera, Diario de la tarde, La Paz – Bolivia, 22 de enero de 1985.
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