Fernando A. Fuentes Vacaflor
El Guadalquivir se llamaba en árabe al-wadi-Kabir, “el río grande”, pero en la pronunciación dialectal andalusí la gente decía wad-al-Kebir y de esta pronunciación dialectal fue de donde pasó el hidrónimo al español con la forma que conocemos de Guadalquivir. El término árabe clásico wadi es morfológicamente un participio agente de un verbo wada que significa “fluir, correr (el agua)”, y no significa el principio exactamente “río”, sino más bien “vaguada, rambla, barranco o torrentera”, es decir el cauce seco por donde fluye el agua cuando llueve.
Es un término acuñado para un clima árido y estepario, donde los lechos de las corrientes de agua están secos en la mayor parte del año.
A un río en condiciones, con su agua perenne y abundante, por más que bordee el estuario, como el Nilo, el Eufrates o el Tigris no se le llamaba al wadi, sino an-nahr.
Pero en España y el norte de África la mayoría de los ríos tiene un régimen mediterráneo de fuerte estiaje en verano y avenidas torrenciales cuando llegan las lluvias, y puede que la mayor parte del año algunos se queden como un hilillo de agua, de llevar alguna. Por eso en al-Andalus y el Magreb se usó la palabra al-wadi como sinónimos de “río” y así se ha admitido después en el árabe estándar.
El río Guadalquivir no es precisamente uno de estos ríos mediterráneos de poca o nula agua, es navegable hasta Sevilla y en el medievo lo fue más, así que se llamó también en árabe nahr “río (propiamente dicho)” y hay registradas en los textos muchas denominaciones como:
an-nahr al-Kabir “el Río Grande”
an-nahr al-akbar “el Río Mayor”
al-aczam “el Río Magno”
nahr Qurtuba “El Río de Córdova”
nahr Isbiliya “el Río de Sevilla”
nahr Biti “el Río de Biti (Betis, su nombre original prerromano). Pero la manera popular de llamarlo fue la citada con el nombre de wadi y es la que perdura hasta hoy.
La palabra Guadalquivir comienza, pues, igual que tantos otros ríos españoles, con una formación Guad- compuesto de Andalusi wad, que a veces incluye a continuación el artículo árabe –al- introduciendo otra palabra árabe y otras veces viene seguido de un resto del antiguo hidrónimo preárabe.
REFERENCIAS
Elías Terés Sádaba (1986), Materiales para el estudio de la toponimia hispanoárabe, Nómina fluvial, Madrid: C.S.I.C.
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