La humanidad se siente sometida a los designios de legitimación de poder bélico de algunas potencias que se arrogan el gobierno del mundo; nada más abstruso cuando los pueblos de mundo sólo aspiran a la paz y solidaridad. El ataque a Siria es aberrante e irracional, por la propia naturaleza del humano, que es la preservación de la vida y el respeto al prójimo, sea cual fuere su proclividad religiosa, política o ideológica. Escrito prosaicamente: significa que ningún país puede invadir o bombardear a otro.
Es una contradicción flagrante esta inconsulta actitud, cuando existe un Consejo de Seguridad de las NNUU y la evolución actual de la humanidad se funda en las tristes experiencias de las insulsas guerras mundiales, y decididamente en la revitalización de la excelsa significancia de vivir. Pero, desestructurado su noble principio, las potencias ceden ante los intereses económicos.
Gratísimo fue tomar conocimiento de la acción de las Juventudes de América, las cuales en congreso paralelo a la Cumbre de la Américas en Lima, ha asumido una posición condenatoria e inmediata ante esta reciente situación de angustia y zozobra, a las que someten a la humanidad algunas potencia mundiales, que no comprenden y no han sabido investir, con devota y sensible responsabilidad, el concepto de autoridad y líderes mundiales, interpretando erróneamente que el poder bélico concede derechos y prerrogativas, infligiendo al resto del mundo y a sus propias poblaciones, desesperanza.
Cuando las administraciones de las potencias no están formadas para conciliar y desactivar todo intento de quebrar la paz, la armonía y la elevación del intelecto humano, están depauperando la esencia fundamental de mujeres y hombres, que es preservar la vida humana.
La juventud es el determinante estamento social que transforma a las sociedades en sus necesidades vitales, jurídicas y mejoramiento del desarrollo humano, pues perfila el futuro de la humanidad. Sólo basta comprobar cómo la juventud detecta, con visión y oportuna cronología, los vacíos, las deficiencias de las leyes y ordenamientos jurídicos de los pueblos, logrando con su incuestionable razón, crear y modificar las leyes en beneficio de los oprimidos, desposeídos y maltratados, como las mujeres, niñas, niños, ancianos y discapacitados.
La reunión inmediata convocada por las juventudes de América genera un hálito de esperanza cierta, debido a que ante temas tan graves, como es un ataque bélico a una nación, reacciona inteligentemente, clamando por el diálogo y exigiendo la supresión de la acción bélica, que revierte a los actores de este ataque al primitivismo.
La juventud ha asumido su rol protagónico como corresponde, destronando así a los mayores, de los cuales se esperaba mayor sensatez, utilización de su experiencia y ciencia, amor al prójimo y legado de una posta consecuente.
El autor es abogado, con posgrados en Interculturalidad y Educación Superior, docente, doctor honoris causa, escritor.
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