Las mentiras del chavismo, hechas tragedias en Venezuela, muestran cómo la demagogia, la corrupción y la ignorancia del régimen revolucionario de Hugo Chávez, el dictador que sojuzgó a Venezuela durante diez años, sigue el camino tortuoso y que hoy, encabezado por Nicolás Maduro, no tiene visos de concluir. La tragedia que sufren los venezolanos no tiene parangón en la historia de América Latina y mucho menos en la patria de Simón Bolívar, que llegó a tener la condición de país más rico del continente.
Hugo Chávez Frías engañó gravemente al pueblo que creyó en él y le dio confianza; pero, con gran hipocresía de él y de sus aliados, disimularon muy bien su ignorancia, tanto que se permitieron convocar a los pueblos sudamericanos y centroamericanos para crear una “nueva ideología, la que pueda liberar a todos los países del yugo imperialista y conducirlos por los senderos del progreso hasta ubicarse como una potencia”: el Socialismo del Siglo XXI. Un sistema que se basó en lo que fue durante casi 70 años el régimen comunista y que fracasó a partir del año 1989 con la caída del muro de la vergüenza, que fue el levantado por los comunistas en la región oriental de Berlín para impedir que el pueblo alemán emigre a la Alemania Occidental en busca de la libertad, abandonando el “paraíso comunista”.
Son miles las víctimas del muro fatal, víctimas que murieron por la acción de las balas disparadas por los comunistas y nadie del pueblo de Alemania Oriental podía dejar su territorio sin el permiso de las autoridades. Esta situación se debilitó en alguna forma cuando se permitió, por ejemplo, que sólo una persona de una familia cruce a Alemania Occidental y deje como “rehenes o garantías” a sus familiares. La URSS que vivió de fracaso en fracaso y con la imposición de la fuerza, vio que, muerto Lenin, José Stalin redoblaría las acciones tiránicas contra el pueblo ruso y hasta el año 1953 en que falleció, no hubo tregua en las matanzas e imposición de la doctrina comunista.
El ejemplo brutal que dio Stalin al mundo, no sirvió para quienes quisieron restituir el comunismo al fundar el Socialismo del Siglo XXI y pretendieron que los países de Sudamérica y El Caribe adopten las ideologías que habían causado hambre, enfermedades, dolor y muerte a los pueblos que, confiados en las promesas, alcanzarían los “beneficios de la madre patria rusa al calor del comunismo”; pero, fracasado éste totalmente en el mundo, quedó el Socialismo del Siglo XXI que, igualmente, se encaminó rápidamente a las pendientes de un fracaso.
Hoy, hay pueblos del continente, que siguen en los caminos de ese socialismo retrógrado y tiránico, creyendo en bondades que se han convertido, en Venezuela especialmente, en medios de tortura, cárceles, hambre y enfermedades para el pueblo porque Nicolás Maduro, en el colmo de su insanía, parece que ha decidido dominar totalmente al pueblo, haciendo fracasar la producción, causando la mayor inflación, creando condiciones de hambre y carencia de libertades para el pueblo. Maduro dirige un régimen que miente en todo y asegura ser democrático -los secuaces de Stalin también decían ser demócratas, pero con el stalinismo como doctrina, con muertos y familias destruidas, con una economía totalmente fracasada y con un pueblo que clamaba por las libertades-; ese tipo de “democracia” quiere practicar Maduro; pero, la conciencia mundial está en contra de sus procedimientos que llegan al extremo de impedir que llegue desde el exterior ayuda en alimentos y medicinas.
El proceso de corrupción es totalmente descontrolado, los abusos de la Guardia Nacional Venezolana no tienen parangón; el gobierno venezolano pretende llevar a cabo elecciones en mayo próximo para prorrogarse más en el poder. Así, en Venezuela no hay democracia ni libertades, pero hay presos políticos, destrucción de la economía, descrédito total en lo internacional, hambre y sufrimientos para el pueblo.
Ante los cuadros que muestran las condiciones de existencia (vida no puede ser así) la comunidad internacional sufre por lo que pasa con el pueblo de Venezuela, y espera, aunque parece vanamente, que finalice la tiranía, que los organismos internacionales hagan algo para terminar con el régimen de oprobio; que este caso sirva para aprobar una legislación internacional que impida la existencia de regímenes semejantes al imperante en Venezuela.
Lo extraño para países del continente es que hayan regímenes que apoyan y justifican a Nicolás Maduro y la explicación sólo puede ser una: son grupos que esperan imitar todo lo hecho bajo la sombra del Socialismo del Siglo XXI que ya fracasó estrepitosamente y no hay pueblo que ya crea en sus “milagros”, frutos de la mentira practicada por el gobierno venezolano en el diario vivir de un pueblo cuyo sufrimiento es compartido por todos los países libres del mundo y que esperan un pronto restablecimiento de la libertad, la justicia y la democracia en Venezuela.
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