Raúl Rosales P.
El suceso histórico del 9 de abril de 1952 ha sido objeto (y es todavía) de grandes apreciaciones y especulaciones políticas tanto a favor como en contra. Sin embargo, ese episodio no fue estudiado desde el punto de vista militar que fue el que decidió la suerte no solo del gobierno de entonces, sino del país.
Esa revolución tuvo se origen en el seno mismo del gobierno del presidente Gral. Hugo Ballivián, en el cual un sector quería quedarse en el poder y otro que pedía elecciones. Finalmente, el Ministro de Gobierno, Gral. Antonio Seleme decidió dar un golpe de Estado con el Cuerpo de Carabineros y el MNR con el objetivo de llamar a elecciones.
El golpe empezó con seguridad de éxito, pero el presidente Ballivián y su jefe de Estado Mayor, Gral. Humberto Torres Ortiz, decidieron resistir y movilizaron alrededor de la ciudad de La Paz once regimientos con unos diez mil soldados de infantería, artillería y caballería. El Plan de Operaciones comprendía estrechar paulatinamente la ciudad y aniquilar los focos subversivos en forma definitiva. Para ello, un fuerte regimiento de artillería empezó a bombardear desde El Alto el centro de La Paz, a la par que la infantería avanzaba bajando de El Alto y subía desde Miraflores estrechando el anillo de fuego.
El miércoles 9 se produjeron intensos combates entre militares contra civiles y carabineros en barrios periféricos de la ciudad, pero el jueves las acciones bélicas llegaron a su culminación, cuando el pueblo paceño, pertrechado con armas y munición, producto del asalto a dos arsenales, decidió defenderse y pasar a la ofensiva y hacia medio día puso en retirada a los militares hasta derrotarlos en todos los frentes hacia las seis de la tarde, obligando a sus jefes militares a fugar hacia el Perú. Al terminar el día la revolución se declaró triunfante.
En ese episodio militar, tal vez el más resonante de la historia nacional, ambos frentes de lucha utilizaron unos 30 mil fusiles y se disparó más de 8 millones de proyectiles, sin contar los disparados por cañones desde El Alto, morteros y artillería menos desde Miraflores, Tembladerani y otros, con resultado aproximado de unos dos mil muertos y cantidad parecida de heridos.
Ese suceso fue poco o nada estudiado desde el punto de vista militar, pero fue subsanado por un reciente libro titulado “La Gran Batalla del 9 de abril de 1952” escrito por el publicista e historiador Luis Antezana Ergueta, en el cual recuerda los detalles ese acontecimiento y rinde homenaje al heroico pueblo paceño.
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