Un país que no cuenta con economía saneada, que recurre a préstamos externos y abusa de “cargar sus mayores gastos a la cuenta en rojo de los déficits fiscales”, pierde credibilidad y confianza interna e internacional. Las autoridades de gobierno continuamente sostienen que “la economía está segura”, que cuenta con “soldaduras” (sin explicar de qué se trata) y que hay “fortaleza económica”; sin embargo, año tras año, en los últimos tiempos, se recurre a la cuenta de los déficits; es decir, cargar los quebrantos financieros a próximas gestiones.
¿Qué puede pasar en economías dependientes de préstamos y con el recurso de cargar a futuro los excesos? ¿Por qué no observar políticas de austeridad para evitar los déficits? ¿Cuáles son las razones para seguir con gastos dispendiosos, como se ha hecho desde que fueron elevados los precios internacionales del petróleo y gas que le han permitido al gobierno contar con más liquidez?
El déficit fiscal es contraproducente porque implica poca o ninguna responsabilidad en quienes administran la economía; debilita las posibilidades de inversiones externas y, mucho más, destruye las esperanzas de que el capitalista nacional amplíe sus instalaciones, use mayor tecnología, emplee a más personas y produzca más. Ese empresario vende menos servicios y menos productos cuando éstos son caros e inaccesibles para la economía popular. Ese empresario no sabe a qué atenerse, cómo ver el futuro inmediato y menos el mediato. No sabe en qué confiar y ni qué emprendimientos hacer. Ve, con angustia, que su situación económica se debilita y tiene pocas posibilidades de recuperación cuando el gobierno no da ejemplo para cuidar la economía y evitar, por todos los medios, gastar más, con cargo de aumentar los déficits que, de hecho, aumentan las deudas del país que, más temprano que tarde, hay que pagarlas.
No se puede tener al país en el vilo de la preocupación por lo que podría ser el futuro; el empresario por no saber a qué atenerse, por no poder prever para la seguridad personal y menos para la de sus trabajadores, a quienes mantiene constreñidos y en espera de mejores tiempos para ver “si cambian las políticas del gobierno y se pueda hacer algo efectivo”.
Tenemos un rezago muy grande en relación con nuestros vecinos, que en el día a día avanza, pues ellos reciben más inversiones, instalan más industrias, exportan más, crean más empleo y producen más. Acá, en Bolivia, vivimos bajo el estigma de que nada de nada se sabe, porque no son adoptadas políticas de ahorro, no se evita los dispendios, las construcciones faraónicas y sin ningún sentido y el gasto irracional en viajes, canchas de fútbol e inversiones que pierden mucho dinero. Todo ello tiene un nombre: “déficit”, que tiende a no parar porque no se detiene la no gestión y la no administración efectiva, honesta y responsable del país.
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