Según expresiones del Ministro de Minería, “la empresa china Sinosteel comenzó a movilizar equipos de profesionales para empezar a desarrollar las actividades de construcción de la Planta Siderúrgica del Mutún”. Añadió que el Legislativo “aprobó la ley referida al convenio de crédito preferencial de más de 396 millones de dólares, suscrito entre el Estado boliviano y el Banco de Exportaciones e Importaciones de China (Eximbank) para financiar la construcción de la Planta Siderúrgica, por lo que solo se aguarda la promulgación de la norma” (ED 24/3/18).
Según el mismo funcionario, “la construcción de la factoría generará alrededor de 1.500 empleos directos, pero su puesta en marcha creará cinco veces más fuentes de empleos indirectos en el país tomando en cuenta la cadena de distribución del acero terminado que se producirá con el hierro del rico yacimiento del Mutún”. Igualmente, se dijo que “el proyecto evitará que alrededor de 400 millones de dólares salgan del país por concepto de la importación de acero, cuya demanda interna será cubierta con la producción del Mutún”.
Estos y otros conceptos similares han sido formulados desde hace mucho tiempo y cabe recordar que cuando la Jindal Steel estuvo a cargo de la posible explotación del hierro, se formuló muchos criterios sobre lo que podría hacerse con una “producción sistemática de los yacimientos que tan sólo esperaban la provisión de 10 millones de m3 de gas”. Entonces, ante la imposibilidad de que YPFB pudiese proporcionar el energético requerido y con una oferta de tan sólo 6 millones de metros cúbicos, que no alcanzarían para el funcionamiento de la Planta, surgieron todas las dificultades que dieron lugar a la rescisión del contrato y la Jindal abandonó el país e inició gestiones en pos de indemnizaciones y compensaciones.
El Mutún es un proyecto de larga data porque prácticamente en todos los gobiernos, desde que se anunció la existencia de hierro tanto en el Mutún como en Changolla, se hizo muchos planes y proyectos; se habló de la contratación de empresas extranjeras; pero todo quedó en nada hasta lo último, que fue con la Jindal, que tampoco prosperaron los proyectos. Para la comunidad nacional el Mutún se ha convertido en “una esperanza sin futuro” porque, entre promesas y proyectos de uno u otro lado, nada concreto hay. La empresa china Sinosteel ha mostrado disposición para actuar con seriedad y seguramente lo hace porque son financiamientos chinos los que están comprometidos, 396 millones de dólares, con plazo de 15 años y 5 años de gracia, con tasa de interés 3% anual, y un aporte de capital de la Empresa Siderúrgica del Mutún (ESM) de 70 millones de dólares. Tales créditos aumentan seriamente el endeudamiento del país con la nación oriental, que está inmersa en financiamiento y ejecución de muchos proyectos carreteros.
Que el Mutún empiece actividades es algo positivo, pero siempre que todo lo dicho se haga realidad con la provisión necesaria de gas que, se sabe, no existe, porque no puede ser que se tenga al país con promesas y proyectos de difícil cumplimiento.
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