Se le conocía como el “Caballero de las rutas”, apelativo que hacía gala un deportista en todo el sentido de la palabra. Se distinguió por eso en las pistas y fuera de ella.
Cuentan los cronistas radiales de la época del estribillo tradicional del “¡..coooche a la vista..!” que durante una competencia de automovilismo, Óscar Crespo Maurice, detuvo su automóvil para auxiliar a los tripulantes de un coche accidentado.
El momento era de vida o muerte. Rescató al piloto herido, lo instaló en el asiento de su copiloto y emprendió una carrera para salvar la vida del competidor hasta un centro médico.
Por aquella historia, el piloto chuquisaqueño fue conocido como el Caballero de las Rutas, y preservó esa talla y distinción en las pistas y fuera de ella.
Hoy el sentido de la vida y la esencia del deporte de motores están devaluados. Hace poco, en un incidente que no terminó de esclarecerse, un coche fue lanzado a un barranco por acción de otro durante una competencia. La vida de Crespo es un ejemplo inolvidable para los aficionados del automovilismo de los 60s y 70s que siguieron las carreras pegados al receptor. “Era un caballero”, resume el periodista y relator de competencias de automovilismo de la década de los setentas, Walter Vásquez, que evoca la gallardía del deportista. Al concluir una carrera, el piloto se despojaba del overol y cambiaba por un buzo blanco, una gorra al estilo inglés y grandes lentes de sol, todos en armonía con el tupido bigote. Era una exhibición de elegancia ante cámaras y micrófonos.
Así construyó la imagen del deportista amable, respetuoso, y símbolo de una disciplina de caballeros, recuerda Vásquez, un veterano de los micrófonos de programas como “A toda máquina” de Juan Carlos Costas.
Crespo también fue un cultor de la comunicación radial. Su voz fue escuchada por muchos años en los noticieros de Radio La Plata. Su impulso alentó a figuras de la radio y la televisión como Eduardo Lalo Lafaye que, en una entrevista concedida a este periodista, recordó el apoyo e impulso del deportista y empresario. En carrera, Crespo siempre paraba para auxiliar a algún piloto en problemas, recuerda Vásquez. Posteriormente, esa virtud se convirtió en regla en el automovilismo. Hoy el reglamento obliga a parar en caso de un accidente de un coche en competencia. Los tripulantes deben exhibir un cartel con una cruz roja, en caso de requerir asistencia médica, o un letrero con un “ok” si están fuera de peligro.
El origen de la regla, tiene un apellido en Bolivia: Crespo.
Franz Chávez
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