El trabajo es ley de Dios

El 1 de mayo, Día Internacional del Trabajo, fue consagrado por el Congreso de Trabajadores de 1889, realizado en París, como “El día de la acción unida y combativa de los trabajadores del mundo por sus objetivos comunes”. Antes, el 1 de mayo de 1886, en la ciudad de Chicago más de 15.000 trabajadores salieron a las calles en busca de justicia laboral y se concentraron en la plaza Haymarket (del mercado del Heno) con la consigna: “A partir de hoy nadie debe trabajar más de ocho horas por día”. Los manifestantes fueron reprimidos violentamente por las fuerzas del orden. Los principales líderes del movimiento obrero: August Spies, Albert Parsons, Adolph Fischer y Georg Engel, acusados de conspiradores y anarquistas, luego de un proceso judicial que los sentenció a muerte, fueron ejecutados en el patio de la prisión el 11 de noviembre de 1887. Los otros dirigentes, Michael Swabb, Samuel Fielden, Oscar Neebe y Louis Linng, merecieron la pena de prisión perpetua. “Llegará un día cuando nuestro silencio será más poderoso que las voces que ustedes hoy estrangulan”. Esas fueron las últimas palabras de Spies antes de ser ahorcado.

La lucha de los trabajadores de Chicago no era aislada. Los obreros de Europa y EEUU, es decir de los centros industriales más importantes, ante los abusos del régimen capitalista imperante, las masacres obreras, el trabajo por hasta 16 horas diarias, al que también eran sometidos niños y mujeres, los salarios de hambre y la desocupación, tomaron conciencia de la injusticia y se organizaron sindicalmente. Así el movimiento obrero avanzó hacia la conquista de mejores condiciones de trabajo: (jornada máxima, salario mínimo, asistencia médica y otras conquistas laborales).

Por eso, el 1 de mayo es para el trabajador, desde aquel menor que lustra calzados hasta el ejecutivo que lleva su computadora portátil por las calles, un día de regocijo, de acción unida en busca de grandes objetivos históricos.

En La Paz el 17 de abril de 1952 por iniciativa de la Federación de Mineros se fundó la Central Obrera Boliviana (COB) que sustituía a una confederación manejada por el Partido de Izquierda Revolucionaria (PIR) y que en la práctica ya no existía, porque desde 1946 los trabajadores se habían alejado no sólo de ese organismo laboral, sino también del PIR que, finalmente, en junio de 1952 oficializó su extinción mediante un comunicado que firmaba José Antonio Arze. Su primer secretario ejecutivo fue Juan Lechín Oquendo y las demás secretarías fueron ocupadas por los representantes de los principales sectores de trabajo. Muchos de esos dirigentes pertenecían al MNR y la COB resultó, por tanto, altamente politizada, como actualmente está sometida al MAS, y su dirigente “gratificado” irá al Parlamento, igual que su antecesor que es senador.

Los bolivianos tenemos fama de querer trabajar poco y ganar mucho, de ahí que empresarios temen al fracaso del capital humano y no hacen inversiones. Existen, desde luego, empleados que se preocupan por el lugar donde trabajan, colaboran con sus empleadores que soportan hoy la desleal competencia de mercadería procedente de China, además del contrabando y la ropa usada que aplastan a la industria y comercio nacional. Pero a muchos trabajadores les es indiferente esta situación. Por otro lado, las huelgas, paros, marchas, bloqueos, vigilias son perjudiciales. En Bolivia con su presidente Evo anticapitalista, antiimperialista y sin infraestructura, no hay desarrollo. La infraestructura es uno de los requisitos básicos y urgentes para el desarrollo. No nos gusta trabajar a ritmo sostenido, como en otras naciones. Aquí primero está la política, después el desarrollo y problema económico, lastimosamente el país está golpeado por corrupción, narcotráfico e inversión de valores.

El trabajo es vida y sabiduría. Es meritorio cuando se emplea el tiempo haciendo ciencia, escribiendo, manejando cemento o estuco, fabricando enseres. Es el fruto de la inteligencia como lo es de la necesidad. Es la manera de ganar el pan de cada día, con el sudor de la frente; es cumplir con la familia. Sólo el 30% de la población tiene trabajo formal. Hay alto nivel de desempleo. Lo lamentable es que miles de egresados de universidades, no pueden hallar empleos. Profesionales con educación superior están afligidos por el desempleo. Otros miles de maestros egresados no pueden ejercer, no hay vacancias, no hay ítems.

Desesperados muchos se van al exterior en busca de mejores condiciones de vida. Si es abogado o médico, trabajará de garzón, jardinero, mucama o portera. Trabajar en cualquier actividad no es delito ni denigra. Quien tiene un trabajo fijo debe dar gracias a Dios.

Ref: “Historia de Bolivia” libro de Floren Sanabria G.