Cuatro vientos
Conocí a René Goscinny el año 1968 en la famosa casa Editorial Dargaud, cuando calles, plazas y universidades de París retumbaban por el estruendo de bombas caseras y marchas estudiantiles.
Fue un encuentro muy especial. Goscinny hablaba con fluidez el español y estaba interesado en una serie de notas ilustradas sobre las culturas de América del Sur, que luego yo las trabajé. El producto fue publicado en ediciones de Editorial Dargaud.
Desde aquella lejana fecha, recuerdo con admiración y cariño a Goscinny, dibujante de talento, y eximio guionista, como lo demostró en su obra maestra “Asterix” que, a mi juicio, marcó una etapa en la historia mundial de la historieta.
Goscinny nació en París en 1926 y murió repentinamente en el año 1977. Sin embargo, su obra sobrevive y como dijo el dibujante Albert Uderzo, “Asterix es inmortal”.
La “Bande dessinée (BD)”, Asterix, fue traducida a catorce idiomas y alcanzó un tiraje mayor a los 18 millones de ejemplares vendidos. Asterix, Obelix y el perrito Ideafix son personajes conocidos en casi todos los rincones del planeta Tierra.
René Goscinny es ciudadano del mundo, no sólo por las lenguas que hablaba a la perfección, debido a su vivencia en América Latina, Estados Unidos, Países Bajos y, por supuesto, en su amada Francia, donde nació; sino por su ascendencia judía.
Goscinny fue judío y la mayor parte de su familia, asesinada en los campos de concentración nazi, durante la Segunda Guerra Mundial. Desde muy joven anduvo por el mundo, con el coraje, la paciencia y el conocimiento que llevaba a cuestas, herencia del pueblo judío.
Y, precisamente, cuando en Francia se abre una nueva etapa para la historieta Asterix, escrita por Jean-Ives Ferry y dibujada por Didier Conrad, fue publicado en “LeParisien” (21-25 Abril 2018), el “Manifiesto contra el nuevo antisemitismo”, documento que llama a la reflexión sobre las corrientes totalitarias actuales y que con valentía reivindica el derecho de los judíos nacidos en Europa, a vivir en paz.
Afirma el Manifiesto que la cuestión de los judíos no es sólo de ellos, sino que pertenece a todos y que Francia sin judíos, no es Francia.
En realidad es un alegato contra similares corrientes terroristas que llevaron a Hitler y sus aliados a la catastrófica hecatombe de los años 40.
En pleno Siglo XXI, es inaudito buscar las condiciones para una guerra que, con la actual tecnología, sería la última de la Humanidad.
Bien. Volviendo al profesionalismo de René Goscinny, a su gran creatividad expresada en Asterix, rindo mi personal homenaje a tan ilustre guionista judío.
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