Clepsidra
Quien crea todavía que la tenebrosa influencia de la corrupción que aqueja a varios pueblos del planeta es una epidemia exclusiva de algunos países de la región latinoamericana, quedaría pasmado al cerciorarse que dicha pandemia ha brotado en el seno mismo de la institución más noble de los reinos de Suecia y Noruega, como es la Academia que confiere el afamado premio Nobel de la Paz.
Los testimonios de 18 mujeres que afirmaron haber sido agredidas u hostigadas sexualmente por Jean-Claude Arnault, un francés esposo de una de las académicas, fue el detonante para que la directora de la Academia, Sara Danius y otros seis miembros del plantel directivo presenten su renuncia, elevando a siete el número de individuos que se desvinculan de dicho organismo formado por un total de 18 personas, dejando sin quórum el Comité de entrega del Nobel de Literatura de este año. Dicha directora gozaba de un enorme respaldo de la opinión pública, por ser la primera mujer que dirigió esa entidad, desde su creación en el año 1786.
La Academia rompió toda relación con el polémico acosador Arnault, que fungía también de fotógrafo de la Corporación y en esa su condición se habría atrevido a asediar hasta a la propia heredera del trono de Suecia, la princesa Victoria, durante una recepción en los jardines de la Villa de la Academia Sueca, frente a la mirada de muchos testigos que lo denunciaron.
Entretanto, lo más grave de estos insólitos pasajes radica en la inquietante noticia aparecida recientemente, revelando la existencia de una estrecha relación entre la actual presidenta del Comité Noruego de los Nobel de la Paz, Kaci Kullman Five, con intereses petroleros en Colombia, a través de la compañía estatal noruega Statoil, de cuyo consejo de administración la señora Five fue miembro activo, en su calidad de ex ministra de Comercio y Tráfico Marítimo de Noruega.
La compañía petrolífera estatal Noruega Statoil es propiedad del Reino de Noruega en un 67 por ciento y, como tantas otras compañías, tenía un especial interés en invertir en pozos petrolíferos de la Costa Caribe colombiana, como en los hechos lo hizo.
Según el periódico «El Tiempo», cercano al presidente Santos, en su edición del 4 de septiembre de 2014, la empresa colombiana del petróleo Ecopetrol es una empresa en la que el presidente de la República nombra al gestor de la compañía y, como con cualquier recurso natural y estratégico de Colombia, es imposible que Statoil hubiera podido tener una participación en esos yacimientos petrolíferos sin el visto bueno de la presidencia de la República, cuyo titular era Juan Manuel Santos, lo que le habría valido la obtención del preciado Premio Nobel de la Paz, por un acuerdo de paz con las FARC, acuerdo que está en la mira, por la implicancia de sus principales gestores con el narcotráfico.
Como se podrá inferir de la relación de hechos presentada, la corrupción ha minado hasta las bases de una de las sociedades más venerables del planeta, aun a riesgo de dinamitar la memoria de Alfred Nobel.
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