Los gobiernos populistas, llamados del “socialismo del Siglo XXI”, masacraron al pueblo de Venezuela y ahora lo hacen con el de Nicaragua. Estos movimientos además de atribuir a los gobiernos conservadores y liberales todos los males sociales y políticos, sistemáticamente les han atribuido reprimir con muertos. Sin embargo, los extremistas encaramados en el poder y para sostenerse en él, no tienen reparo en desatar el asesinato colectivo contra manifestaciones y mítines de protesta.
Esta vez le tocó el turno al dictador Daniel Ortega para imponer una reforma a la seguridad social, aumentando la contribución empresarial y de la masa trabajadora, pretendiendo paliar los efectos de una mala administración. Ante las protestas públicas en todo el territorio y particularmente en las ciudades de Managua, Masaya y León, el régimen continuista deja alrededor de 43 muertos, más de 300 heridos y una centena de presos y desaparecidos. Solo en los dos primeros días de las protestas 10 manifestantes habían muerto por las balas represoras y 30 heridos. Este dato muestra la intolerancia y el ensañamiento represivo y de lo que es capaz ese gobierno.
Los llamados a la paz y al diálogo han provenido de las organizaciones civiles -todavía independientes- y de la Iglesia. Por fin Ortega accedió a dejar sin efecto las reformas sociales y dialogar después de 10 días de terror, pero estos organismos han denunciado que aún no se ha definido una agenda y menos una Comisión “investigadora y creíble” –demandada por la juventud universitaria- con respecto a los crímenes perpetrados por las llamadas “turbas” de irregulares a órdenes del régimen y por las fuerzas regulares en función represiva.
La conciencia de información verídica e independiente del periodismo nicaragüense resalta por la renuncia de 6 periodistas en 3 canales de televisión, denunciando las manipulaciones informativas efectuadas para privar al público de la verdadera dimensión de los hechos. Es más, el periodista Ángel Gahona, en el interior del país, fue abatido por un disparo cuando grababa un video sobre una manifestación cruelmente reprimida.
Está visto que el holocausto a estos gobiernos absolutistas no les conmueve, sea por la muerte en las calles, sea por las condiciones de subsistencia de sus pueblos. En Venezuela el madurismo no solamente ha demostrado su ferocidad represora, sino que desata el hambre, la falta de insumos médicos y una horrible inflación monetaria que disminuye día a día los salarios. Se ha reportado un enorme porcentaje de niñas y niños de corta edad que padecen desnutrición, pero sobre estas calamidades puede más en Venezuela la retención perpetua del poder.
Sensiblemente el Gobierno nacional da un apoyo incondicional a esa situación y no se sabe que el presidente Evo Morales hubiera hecho un llamado para que reflexione su colega Daniel Ortega en momentos de la plena matanza.
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