Todo organismo social tiene su propio ciclo histórico de vida, es decir su origen, desarrollo y extinción. No es, por tanto, eterno. La central Obrera Boliviana (COB) está sometida a esa ley, como es posible confirmar.
El nacimiento de la COB fue muy difícil y de larga duración, hasta que, finalmente, vio a luz en abril de 1952 gracias al suceso histórico de esa fecha, sin el cual hubiese sido imposible. Hasta entonces, el viejo régimen impedía de todas maneras que los obreros bolivianos se organicen en un solo órgano. Numerosos intentos fracasaron y sus inspiradores terminaron en la cárcel. Pero, a cuatro días de producida la revolución de 1952 pudo producirse ¡por fin!, sin la menor dificultad, la creación de la COB.
Primero, la COB se organizó como un órgano de sindicatos de obreros. No estaba formado por agrupaciones gremiales de artesanos, pequeños comerciantes, campesinos con tierra, etc. Era un organismo revolucionario que se mantuvo con esa cualidad social durante varios años, hasta que en su evolución cambió de contenido social y, desde entonces, de central obrera se convirtió en matriz de artesanos, pequeños capitalistas, sin orientación histórica, vacilante y hasta oportunista. A la par fue cambiando de orientación ideológica y adoptando, por tanto, tendencia anárquica, sin rumbo y, en momentos, hasta reaccionaria (1964).
Esa tendencia se fue acentuando de manera inevitable y, finalmente, la COB quedó sin la base sindical obrera original, la que se transfirió a grupos y dirigentes gremiales. Es más, cambió de ideología y pese a proclamas revolucionarias, remató en el populismo, ideología utópica y reaccionaria que proclamaba construir el socialismo sin pasar previamente por la etapa capitalista y sobre los saldos de la extinguida comunidad agraria.
Esa evolución fue incontenible por el debilitamiento del movimiento obrero y el crecimiento elefantiásico de una pequeña burguesía que no tardó en desplazar de la COB a los proletarios de otrora y convertirla en una entidad conservadora de pequeños capitalistas y darle contenido populista, en vez del revolucionario que la caracterizó hasta entonces. Ese proceso condujo a la COB a una condición cualitativa de tipo gremial, alejada en absoluto de la línea sindical obrera con que se originó hace 68 años.
La orientación populista de la nueva COB la lleva naturalmente a posiciones conservadoras y, finalmente, a postular, de hecho, actitudes antidemocráticas, antiobreras, utópicas y contrarias al socialismo, objetivos engañosos hacia los que la conducen demagogos ilusionistas de plazuela, que ofrecen el paraíso a los trabajadores y los empujan al infierno, como ocurrió con el movimiento obrero desde después de la Guerra del Chaco y que siempre terminaron devolviendo el poder a la ultraderecha y hasta cogobernaron con ella.
Así, en líneas generales, se ha cerrado el original ciclo de vida de la otrora gloriosa COB que se dirigía al futuro, para mirar, en cambio, al pasado y seguir la suerte de la mujer de Lot que por mirar hacia atrás quedó convertida en estatua de sal.
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