Lotean terrenos municipales

Desde hace bastante tiempo se observa en la ciudad de La Paz que ilegalmente se lotea terrenos de propiedad municipal, al encontrarse abandonados, tanto en el centro como en distintas zonas. Esos loteamientos se extienden hasta las laderas o cinturones periféricos de nuestra ciudad, al no estar los terrenos cercados con paredes de adobes o ladrillos, o enmallados y además no tienen a la vista letreros que digan: “Propiedad municipal”.

Tal situación de dejadez sigue siendo aprovechada por los llamados “loteadores” (delincuentes reincidentes), que hasta se dan la libertad de ofrecer terrenos públicamente, mediante medios de comunicación y oficinas comerciales, que estratégicamente están ubicadas cerca a las terminales de buses de servicio departamental, en tienditas o kioscos de madera, sin control municipal ni de la Renta Interna.

Quiénes ofician de dueños de dichas “oficinas comerciales” hacen a plena luz del día la labor de “intermediarios” en la compra y venta de terrenos que se supone están encuadrados en la legalidad, es decir que tengan documentación en orden, como títulos de propiedad registrados en Derechos Reales y comprobantes de los impuestos cancelados tanto a la Municipalidad de La Paz, como a la Renta Interna.

Pero, por un lado, las víctimas del engaño, por los loteadores de terrenos municipales, siguen siendo hasta el presente inocentes compatriotas que han migrado del interior de nuestro país, y en algunos casos hasta extranjeros al ver en dichas “oficinas comerciales” tarjetas de todo color, en improvisados escaparates, donde se ofrece “diversidad de terrenos de todo precio, y además de entrega inmediata”.

En el fondo, estas palabras constituyen el anzuelo para que cándidas víctimas de inmediato decidan comprar esos terrenos. Le bastará al intermediario llamar al supuesto dueño del terreno, y una vez presente el mismo y previo acuerdo con los interesados, trasladarlos de inmediato, sea en un vehículo público o particular, al terreno en venta. Lo demás es fácil: visitar a un notario que no es notario, firmar un documento de compra-venta previamente elaborado por los estafadores, y una vez cancelado el valor total del terreno, recibir a cambio toda la documentación aparentemente legal. A plena vista del comprador, es introducida por el falso notario en un sobre madera tamaño oficio, y acto seguido se la entrega en propia mano y con los respectivos apretones de mano y hasta abrazos por la culminación del negocio. Y cada cual por sus respectivos caminos.

Pero, por otro lado, los felices compradores no pueden creer que sea así tan fácil. ¡Por fin!, después de tantos años, piensan que finalmente han cumplido sus sueños de tener un terreno propio. Y para comprobar que no están soñando, cuidadosamente sacan el fólder donde están los documentos de flamantes propietarios. Y lo único que encuentran son papeles en blanco. Recién se dan cuenta que han sido estafados. Y todo porque el terreno de referencia no tenía el letrero de “Propiedad municipal”. ¿Qué lástima, verdad?