Clepsidra
Esa mala y pertinaz costumbre de los regímenes auto calificados como izquierdistas, y/o que comulgan con la resfriada doctrina del Socialismo del Siglo XXI, los lleva a crear slogans, muletillas, frases hechas y artificios que, si bien los hacen salir de lo común, los introducen irremisiblemente en lo ridículo.
Es el caso del cambio de giro hacia la izquierda de las manecillas de los relojes, como si su dextrógiro, o sea hacia la derecha, con el que fue creado el cronómetro, fuese un invento del imperialismo y/o un capricho del capitalismo, para nuestras autoridades significó un símbolo del cambio político en la región andina y un instrumento a ser atesorado por los bolivianos como su patrimonio cultural.
Es más, el excanciller Choquehuanca sostuvo: “¿Quién dice que el reloj tiene que girar de ese lado siempre? ¿Por qué siempre tenemos que obedecer, por qué no podemos ser creativos?”. Expresiones díscolas que han causado estupefacción y burla en los medios y redes sociales y han servido de pretexto para que los paceños debamos ver con resignación, al antiguo reloj de la fachada del Congreso de Bolivia girando al revés, como muestra de la mala intención de esos espíritus traviesos que no sólo pretendieron retrasar la historia, sino pararla.
Siguiendo con esa letanía de muletillas extravagantes, hasta el extremo de querer cambiar la polaridad de la brújula con el enunciado: “Nuestro Norte es el Sur”, algo similar a afirmar que:” Nuestro Futuro es el pasado”, todo lo que sonaba a Sur era medular y profundamente sesudo como: Unasur, Bancosur, Odesur, Telesur y varios sures que hoy están en caída libre, con efecto dominó, desde la muerte de su inventor, el eterno micomandante venezolano.
Precisamente, una de las más recientes y estrepitosas caídas fue la de Unasur, esa entelequia que tuvo como objetivo la creación de la ciudadanía suramericana, pero con la solapada intención de aislar a los EEUU y Canadá, está conformada por Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay, Perú, Bolivia, Ecuador, Guyana, Uruguay, Surinam y Venezuela, de los cuales los primeros seis suspendieron su participación en el organismo, dizque debido a la situación de acefalía, dejando colgado a nuestro presidente, que acababa de asumir la presidencia pro témpore.
Curiosamente, en el cementerio de elefantes blancos que deja el óbito de Unasur se encuentra su Sede permanente, ubicada a 14 kilómetros de la ciudad de Quito, construida con una inversión de 40 millones de dólares, y bautizada con el nombre del fallecido presidente argentino Néstor Kirchner.
No sabemos por qué este monumento al despilfarro nos recuerda a uno similar, construido en las inmediaciones de la localidad cochabambina de San Benito, para Sede del Parlamento Suramericano que, según datos del Ministerio de Obras Públicas tuvo un costo de 65 millones de dólares, y llevará el nombre del finado ex presidente de Venezuela Hugo Chávez, quizás represente la memoria de todos los presidentes caídos del sur, o simplemente la desbrujulización de la izquierda.
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