Entre el 2006 y 2018 el Banco Central de Bolivia gastó 98.7 millones de dólares en la emisión de nuevos billetes o papel moneda. Últimamente entraron en circulación 22 millones de unidades de corte de Bs. 10 con un costo de $US. 38.9 millones, portando una nueva simbología.
Aparte de significar una inversión de ninguna manera prioritaria, el público viene utilizando billetes nuevos en los cortes de Bs. 20, 50, 100 y 200, lo que hace todavía más innecesaria la referida emisión. La población sufre con caracteres verdaderamente desesperantes en el rubro salud. Con parte de ese monto se podía comprar por lo menos dos aceleradores lineales para el tratamiento del cáncer. Los pacientes tan gravemente afectados claman en todos los tonos por este recurso médico ante los oídos sordos del Gobierno. Éste se lava las manos diciendo que el rubro salud depende de las gobernaciones. La del departamento de La Paz atraviesa por una pobreza económica sin nombre. Cabe preguntar, ¿dónde queda el principio de subsidiaridad?
El afán del Gobierno en este capítulo como en otros es resaltar su ideología etnicista y asentar su hegemonía política. Como parte de ello, ha sustituido a todos los personajes históricos, literarios y pictóricos que figuraban en la moneda, con excepción de Bolívar y Sucre y lo ha hecho con exponentes indígenas, lo cual no molesta, pero a la vez hacemos notar la desfiguración de José Santos Vargas, el “Tambor” Vargas, minucioso relator de la Guerra de la Independencia. Al respecto, nos remitimos a un columnista de un matutino paceño: “todos los datos históricos indican que Vargas era criollo mestizo” y argumenta que más de una pintura del pasado lo presenta con esa fisonomía, sin embargo en el billete de Bs. 10 se lo pinta con rostro indígena.
Asimismo, Apiaguaiki Túpa, sin desmerecer el desempeño heroico guaraní que pudo tener, no es citado en los textos históricos, salvando la posibilidad de error. No faltan comentarios de que su inusitada aparición sería sugerencia del presidente del BCB, a la sazón de origen chaqueño y de paso en cuanto al “Moto” Méndez, tarijeño.
Con sobrada razón se sostiene que un cambio de raíz del circulante monetario, cual ocurre, se justificaría en el ámbito de una reforma monetaria, como cuando se pasó del Peso Boliviano a simplemente el Boliviano, después de superarse una de nuestras inflaciones catastróficas. A mayor abundamiento, al presente se está incorporando en muchos países el material plástico en los billetes, para su mejor conservación.
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