Carmiña A. Moscoso Salvatierra
Cada 10 de mayo en Bolivia se celebra el Día del Periodista, un día en el que muchos profesionales del ramo celebran como corresponde, al lado de sus organizaciones sindicales o colegiadas. Pero hoy más que nunca la dirigencia de la prensa debe recuperar la tan mentada independencia sindical, por ser la única brújula que guía el horizonte de nuestras reivindicaciones.
Reivindicaciones que no solo sean respondidas con la entrega de sedes sociales, con festejos o regalos, sino se necesita, ante todo, el respeto de autoridades y funcionarios, tanto del sector público como del privado. Ellos deben respetar en los hechos la libertad de expresión, que no solo es un derecho de los periodistas, sino de la sociedad en su conjunto.
También se requiere el respeto al ejercicio de la profesión, para que el periodista tenga la posibilidad de obtener la mayor cantidad posible de versiones sobre los hechos, así como acceso a la información referente a ellos, con las cuales pueda acercarse de mejor manera a la verdad de lo sucedido.
El ejercicio de la profesión, así como el respeto a la libertad de expresión, se garantiza con la actual Ley de Imprenta de 1925. Pero qué pasa, por ejemplo, si en algunas organizaciones sindicales se afronta una división interna de sus afiliados, porque la cabeza de la dirigencia busca mantenerse en la organización mediante una reelección que implica negar el ejercicio de la alternancia en la dirección del organismo. Tal actitud de quien desea ser reelegido, es una clara muestra de que podría buscar otros horizontes, pero no en base a la independencia sindical, ya que la niega.
Mientras que las organizaciones de base mantienen un silencio cómplice más parecido a la sandez, entre los trabajadores de base crece la incertidumbre y desconfianza en quienes se sienten en la mesa del poder coyuntural, porque perdieron la brújula, perdieron el horizonte y solo se conformarán con migajas que no responden a las demandas inmediatas del sector, como la creación de mayores fuentes de empleo o el propio respeto a las organizaciones sindicales.
El 10 de mayo, a diferencia de otras fechas, los trabajadores de la prensa están más convencidos de que las reivindicaciones, no solo de la prensa, sino de la sociedad, solo podrán ser ganadas en las calles, en las acciones y en el trabajo cotidiano de hablar con la gente, con las víctimas, con los afectados y no solo dar espacios a los de siempre, a los que tienen el poder transitorio.
Que los periodistas dejen de cabalgar los cuatro jinetes del Apocalipsis de la declaracionitis (solo declaraciones de autoridades), oficialismo (cobertura plena a autoridades coyunturales), hiperpolitización (todo se centra en lo político) y omisión internacional (ausencia de una agenda propia para cobertura de otros países), como diría el desaparecido Miguel Ángel Bastenier. Salgamos a las calles para hablar con los desamparados, dejemos de ser conservadores, dejemos de tener miedo, como pide el autor de Oraciones a Quemarropa, porque solo así la sociedad reconocerá que hacemos labor social y no relaciones públicas.
La autora de esta nota es Licenciada en Comunicación Social.
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