Noticias procedentes de México, Colombia, Ecuador y otros países dan cuenta de lamentables y dolorosos hechos, como el asesinato de muchos profesionales de la información al servicio de la verdad. La intolerancia, por lo visto, trata de imponerse, a punta de bala.
“Había escrito tantos libros y ganado tantos premios que pensó que su fama lo protegería. Pero lo mataron”, dijo Tracy Wilkinson, veterana corresponsal en México del diario Los Angeles Times, refiriéndose al fundador del semanario Riodoce y colaborador de AFP, Javier Valdez, asesinado, en Sinaloa, el 2017 (1), por emisarios del narcotráfico, posiblemente.
Las condiciones objetivas y subjetivas, como alguien diría, no están dadas, en algunos países, para que se haga realidad la convivencia civilizada, en la perspectiva de consolidar la paz, por el bien común. Es que las circunstancias no son favorables ni propicias para encarar ese cometido. Pues se profundizaron los resquicios de un ciclo regresivo que rememora los tiempos nefastos de la barbarie. La dictadura y el crimen organizado hacen de las suyas. En este marco la impunidad campea. Pero algún día la justicia hará sentir su peso mediante sus fallos tan esperados.
Se manipula la información y se distorsiona el dato histórico a fin de encubrir las acciones delictivas. Se persigue y asesina a periodistas para obstruir la labor investigativa y evitar denuncias en casos del crimen organizado. De veras que los periodistas de hoy escriben la historia con desesperación, dolor y sangre, porque no existen garantías, de ninguna índole, para su trabajo cotidiano. Están desprotegidos en el continente latinoamericano.
Nos estamos acostumbrando a escuchar lecturas interesadas o tergiversadas acerca de la realidad de los países de nuestra región. Pocos asumen una lectura real, precisa y objetiva, al respecto. Los más, es decir los que tienen intereses creados, siempre lo hicieron de manera sesgada y con la intención de distraer. Y con el ánimo de pisar a quien se cruce por su camino.
Estas actitudes han evitado que resurja la verdad histórica en relación con el pasado y presente de los países integrantes de la comunidad latinoamericana. Han generado, asimismo, confusión e incertidumbre, en la opinión pública.
Es hora de retomar medidas e iniciativas para garantizar el libre ejercicio del periodismo acá o allá. Y que ello signifique la profundización de la democracia y la consolidación, en definitiva, del Estado de Derecho, en esta parte del planeta tierra.
Los gobiernos, en particular, están conminados a trabajar en esa dirección, con políticas de protección a los derechos humanos, en el marco de una efectiva seguridad ciudadana, sancionando mediante la justicia, a los presuntos autores de dichos actos criminales.
En suma: urge devolver la confianza y seguridad a quienes se dedican a practicar el riesgoso oficio de periodista.
(1) “Asesinatos, represión y noticias falsas amenazan libertad de expresión”. EL DIARIO, La Paz - Bolivia, 27 de abril de 2018.
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