Desempleo y autoempleo, según BID
• La automatización y el uso de la tecnología toman más presencia en las regiones económicas, y ya empiezan a implementar algunas políticas para encarar esta cuarta revolución industrial, como la capacitación a los profesionales en nuevas tecnologías
Mientras Bolivia enfrenta altos niveles de desempleo, en el ámbito mundial los nuevos cambios en el empleo muestran perspectivas de preocupación sobre la ocupación de los nuevos profesionales así como de trabajadores y según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en su informe: El futuro de Trabajo, perspectivas regionales, la cuarta revolución industrial, la tecnológica, toma mayor presencia en la economía internacional y se avizora desplazamiento de las ocupaciones.
Mientras tanto, un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que el desempleo y los déficits de trabajo decente permanecerán elevados en 2018, debido a la leve recuperación económica mundial.
Según el informe “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo Tendencias 2018”, la tasa de desempleo mundial se estabiliza el desempleo y los déficits de trabajo decente se mantendrán a niveles persistentemente altos en muchas regiones del mundo.
La tasa de desempleo mundial se estabilizó después de un incremento en 2016. Se calcula que en 2017 se situó en 5,6 por ciento, con un número total de desempleados superior a 192 millones.
Mientras tanto, Carmen Pagés, autora del libro ‘Ley y Empleo: lecciones de América Latina y el Caribe’, escrito conjuntamente con el Premio Nobel Prof. James Heckman, señala en su blog, en la página web del BID, el “futuro del trabajo” inundó nuestras redes sociales y fue uno de los términos más buscados por los usuarios de Google en América Latina y el Caribe en 2017.
“Todos comenzamos a hablar de los peligros de la automatización, de la inteligencia artificial y de cómo los avances tecnológicos podrían eliminar un porcentaje importante de los empleos que conocemos en la actualidad. Por eso hoy, los gobiernos también se están empezando a hacer la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos preparar a nuestros países para un futuro incierto de profundos cambios en el mercado laboral?”, reflexiona.
CAMBIOS
Por ejemplo, hace unos meses el gigante estadounidense Walmart inauguró un nuevo establecimiento en Tegucigalpa (Honduras) y la prensa local se hizo eco del número de empleos creados: “Maxi Despensa Kennedy viene a generar 42 empleos directos y alrededor de 100 indirectos”.
Sin embargo, en las mismas fechas, otro gigante de nuestro tiempo (en este caso Amazon) acaparaba los titulares en buena parte del mundo con la apertura en Seattle (Estados Unidos) de su primera tienda sin empleados, ofreciendo a sus clientes una nueva experiencia de compra en la que basta con elegir un producto y salir de la tienda (previo pago automatizado con un dispositivo electrónico), sin hacer fila para pagar, señala.
Ante esa última afirmación, la autora se pregunta si se implementa el modelo de Amazon en la región, ¿que será del empleo?.
TECNOLÓGICAS
El futuro del trabajo: perspectivas regionales, una publicación conjunta de los cuatro bancos de desarrollo regionales más importantes, señala que existen cinco factores que determinan el impacto que puede tener la tecnología en los mercados laborales.
En primer lugar, las estructuras económicas hacen que algunos países sean más susceptibles que otros. Es el caso de Centroamérica, por ejemplo, en donde una parte relevante de la economía se basa en sectores cuyo potencial de automatización es elevado, como los centros de atención al cliente (call centers), el comercio o la agricultura.
Si algo está claro es que la Cuarta Revolución Industrial, como se denomina este tsunami tecnológico, tiene el potencial de contribuir al fin del trabajo como lo conocemos. De hecho, de acuerdo con la consultora McKinsey, al menos un 30% de las tareas podrán automatizarse en el 60% de las ocupaciones.
Las habilidades existentes en la fuerza laboral también influyen en los incentivos para automatizar y el potencial de crear nuevos puestos de trabajo. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, América Latina y el Caribe es una de las regiones con menores niveles de habilidades.
Para superar esa barrera y asegurar que los ciudadanos estén preparados para ocupaciones que hoy no alcanzamos ni a imaginar, se debe formar en ellos habilidades más sofisticadas y complejas. No me refiero solamente a las habilidades digitales, sino también a las habilidades socioemocionales (aquellas que los robots no pueden alcanzar, como la empatía, la comunicación, la persuasión o la negociación) y analíticas (como la capacidad para resolver problemas o saber cómo aprender a aprender), señala el informe.
Un tercer factor que afecta el nivel de influencia que tienen los avances tecnológicos en el mundo del trabajo es el acceso a banda ancha. Cada vez son más los trabajadores independientes que están a disposición de miles de clientes a través de plataformas electrónicas que funcionan a través de internet, en lo que se conoce como la economía gig. Este fenómeno preocupa porque reduce el trabajo asalariado y sitúa a millones de personas como contratistas independientes, lo que reduce las obligaciones sociales y, con ello, las protecciones que reciben los trabajadores.
En la medida en que la tendencia es hacia más autoempleo, este fenómeno puede conllevar a más informalidad. Sin embargo, bien aprovechada, la economía gig puede ser una oportunidad en términos de generación de ingresos, destaca el documento.
Un último factor que hay que tener en cuenta cuando se habla de automatización es la disponibilidad de redes de protección. Es posible que los costos en bienestar de la automatización sean más altos en las economías en desarrollo y emergentes porque sus redes de protección están menos desarrolladas que las de los países de mayores ingresos.
La cobertura de la seguridad social es a menudo más baja en regiones como América Latina y el Caribe, incrementando el impacto de los cambios laborales en aquellos trabajadores que no tienen acceso a seguro de desempleo.
Las recientes innovaciones tecnológicas en campos como la robótica, la automatización y la inteligencia artificial han reducido la cantidad de trabajadores requeridos en una variedad de sectores, al mismo tiempo que han reducido los costos y aumentado la confiabilidad.
Esa tendencia ha llevado a que los formuladores de políticas públicas, académicos, presidentes de compañías y empresarios se pregunten qué tipos de trabajos se verán más afectados, qué nuevas habilidades se necesitarán para los trabajos del futuro y cómo los gobiernos pueden facilitar tal transición., señala el documento del BID.
Las perspectivas económicas mundiales a largo plazo siguen siendo moderadas a pesar que hubo un mayor crecimiento del previsto en 2017, el informe de la OIT atribuye la tendencia positiva registrada entre 2017 y 2018 al buen desempeño de los mercados laborales en los países desarrollados, donde la tasa de desempleo debería disminuir otros 0,2 puntos porcentuales en 2018 para llegar a 5,5 por ciento, una tasa inferior a los niveles anteriores a la crisis.
Por el contrario, se estima que el crecimiento del empleo no será suficiente para absorber el aumento de la fuerza de trabajo en los países emergentes y en desarrollo, aunque la situación ha mejorado en relación a 2016.
“Aún cuando el desempleo mundial se ha estabilizado, los déficits de trabajo decente siguen estando muy extendidos: la economía mundial todavía no crea empleos suficientes. Es necesario desplegar esfuerzos adicionales a fin de mejorar la calidad del empleo para las personas que trabajan y garantizar que las ganancias del crecimiento sean distribuidas equitativamente”, declaró el director general de la OIT, Guy Ryder.
El informe pone de manifiesto que los importantes progresos alcanzados en el pasado en la reducción del empleo vulnerable se han estancado a partir de 2012. Esto significa que se cerca de 1.400 millones de trabajadores ocupaban un empleo vulnerable en 2017, y se prevé que otros 35 millones se sumen a ellos para 2019. En los países en desarrollo, el empleo vulnerable afecta a tres de cada cuatro trabajadores.
Como dato más positivo, el informe señala que la pobreza de los trabajadores sigue disminuyendo en los países emergentes, donde se estima que el número de personas que viven en condiciones de pobreza extrema debería alcanzar los 176 millones en 2018, lo cual equivale a 7,2 por ciento de todas las personas empleadas.
“Sin embargo, en los países en desarrollo los progresos para reducir la pobreza de los trabajadores son demasiado lentos para compensar el crecimiento de la fuerza de trabajo. En los próximos años, se estima que el número de trabajadores que viven en pobreza extrema se mantendrá por encima de 114 millones, afectando a 40 por ciento de las personas con un empleo en 2018”, explicó el economista de la OIT Stefan Kühn, principal autor del informe.
Los autores destacaron además que las tasas de participación femenina se mantienen muy por debajo a las de los hombres. Además, es más probable que las mujeres tengan empleos de menor calidad y reciban salarios más bajos.
PRIORIDADES PARA TRIUNFAR EN LA ERA DE LOS ROBOTS
Una prioridad para triunfar en la era de los robots es que nuestros países inviertan más en su capital humano. Para ello, es necesario mejorar las habilidades de la población, impulsando su aprendizaje más allá de la escuela y orientando a su talento hacia las nuevas oportunidades que brinda la tecnología. La segunda prioridad será apoyar más las transiciones de los trabajadores entre empleos, teniendo en cuenta que, en el nuevo mercado laboral, el “trabajo para toda la vida” será la excepción (se calcula que los millennials cambiarán hasta 15 veces de trabajo a lo largo de su carrera). Por último, es preciso repensar el Estado del Bienestar, adaptando nuestros sistemas de seguridad social a la nueva realidad de la economía gig y a los cambios demográficos que provocarán que América Latina y el Caribe pase a ser una de las regiones del mundo más envejecidas.
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