El hecho de que el gobierno mantenga posiciones especiales con corrientes de extrema izquierda, da lugar, desde hace muchos años, a que se mantenga situaciones tensas con los representantes de los Estados Unidos y a ello se debió el hecho de que el anterior embajador haya sido expulsado por el actual gobierno; desde entonces la misión estadounidense ha tenido solamente un Encargado de Negocios, pero desenvolviéndose en climas de permanente sospecha por parte de las autoridades del país.
A mediados del mes pasado, el Presidente de la República expresó el criterio de que el nuevo Encargado de Negocios “esté en andanzas conspirativas” (ED 19/4/18). El Presidente dijo expresamente: “Veo en andanzas conspirativas (a Williamson). Vamos a esperar un poco de tiempo. Tenemos el derecho soberanamente a decidir qué vamos a hacer con nuestro Encargado de Negocios”. Por su parte, el partido del Primer Mandatario se muestra reacio a que el Encargado de Negocios de los Estados Unidos, Bruce Williamson, sostenga encuentros “con actores políticos de oposición”. En esa misma línea, parlamentarios del MAS dijeron: “Muchos de los parlamentarios somos partidarios de que sea expulsado del país si continúa con esta actitud injerencista. Vamos a pedir un informe a la Cancillería, para que esta instancia solicite, a través de los mecanismos correspondientes, un informe a este señor sobre las reuniones con los opositores” (ED 20/4/18).
Las expresiones son claras y muestran la existencia de mucha susceptibilidad y suspicacia sobre el comportamiento del alto funcionario estadounidense, cuando lo cierto es que habiendo normas de carácter internacional para el comportamiento de los funcionarios diplomáticos y consulares, por principio habría que creer que se actúa conforme a las reglas establecidas. Todo muestra que sería hilar muy fino la suposición de que sean conspirativas las entrevistas, sea con personeros políticos de la oposición y con el alcalde de Cochabamba que, supuestamente, “estaría conspirando contra el gobierno”.
Sería preciso que el gobierno, si realmente está consciente de las sospechas sobre actividades del diplomático, haga conocer lo que conoce y qué alcance tendría. No corresponde, por seriedad y prestigio del mismo gobierno, que se emita criterios o conceptos que no tengan asidero, que no estén respaldados por las pruebas del caso; de otro modo el hecho de empezar recientemente una misión el funcionario de EEUU mostraría que susceptibiliza al gobierno sobre “propósitos o intenciones del gobierno del país del norte”. Es preciso que si se mantiene relaciones -así sea a nivel de Encargado de Negocios- sea bajo principios de seriedad, respeto y responsabilidad.
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