Salvo raras temporadas, la economía boliviana estuvo directamente sometida a las fluctuaciones de los precios de las materias primas en el mercado internacional. Esa característica determinaba el atraso o el progreso del país, vale decir que cuando las cotizaciones internacionales de los minerales y otros eran bajos, el país entraba en crisis y cuando eran altos entraba en bonanza.
Esa dependencia sostenida se acentuó desde principios del Siglo XX, cuando Bolivia se convirtió en país monoproductor de estaño, metal que adquirió carácter estratégico y empezó a ser cotizado en el mercado industrial mundial. No obstante esas características, únicamente benefició a empresas exportadoras del “metal del diablo” y el país quedó más empobrecido.
Ese régimen intentó ser quebrado por la nacionalización de la minería privada. Pero esa medida (en 1952) no tuvo el éxito esperado, porque los precios de las materias primas sufrieron un bajón de tal magnitud, que no permitían cubrir los costos de producción. Esa fue una de las causas del colapso de esa empresa estatal y otra su pésima administración. Otra hubiese sido su suerte si los precios hubiesen tenido niveles superiores a uno o dos dólares la libra.
Ese estado de cosas mantuvo al país en crisis económica permanente, hasta que ¡por fin! hacia el año 1971 el estaño subió de precio hasta llegar a siete dólares, lo cual permitió que el país disponga de dinero y active la minería y, por tanto, el país en general ingrese en un estado de relativa prosperidad y los gobiernos de entonces tengan dinero para financiar obras, algunas de ellas faraónicas. También hubo alzas importantes en cuanto a productos agrícolas.
Pero, entonces, los precios de las materias primas se derrumbaron y Bolivia volvió a la pobreza tradicional por su condición de dependencia y porque no se aprovechó la bonanza para cambiar la condición de la economía y, más bien, se hizo derroches increíbles. Bolivia volvió a la situación de miseria. Sin embargo, desde principios del presente siglo se produjo un alza de precios increíble.
Entonces se repitió el ciclo económico ya conocido; las materias primas subieron de precio y el país (sin aumentar la producción), registró un ingreso extraordinario de divisas, como jamás se registró en su historia. Inclusive se “nacionalizó” el petróleo, que subió de 4 a 15 dólares el barril. Se produjo un estado de bonanza (2006-2012) debido exclusivamente a la mejora internacional de los precios y no a un cambio del sistema económico. Es más, inclusive se tuvo más ganancias, con menor producción, mientras los grandes beneficios fueron destinados a derroches de increíble magnitud, en vez de ser dirigidos a cambiar el sistema.
Como en otras oportunidades, la economía nacional retornó a la crisis económica originada en la caída de los precios (en 2013) y así volvió a sufrir las consecuencias de un sistema monoproductor, sin esperanza de que sea modificado. Sin embargo, al presente los precios de las materias primas vuelven a subir y se repetiría el viejo ciclo de dar vueltas en un círculo vicioso o sea solo aprovechar las necesidades del mercado internacional y no adoptar alguna medida para cambiar la condición colonial de Bolivia.
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